Ya estoy estudiando ‘Desmontando a Séneca’, el nuevo texto de mi próxima función. Había olvidado lo que era esto: a lo largo del día pasas de la euforia al desencanto, de la alegría porque la memoria te responde a la desesperación porque se te olvida una palabra y parece que todo se va al garete. Pero de repente aparece la palabra maldita y todo cobra sentido.
Me parece muy curioso que lo que estudias y repasas por la noche repose en tu cerebro mientras duermes y florezca al despertarte: lo que no te salía el día anterior encaja recién levantado. Desde que he empezado a estudiar estoy dándole al texto en todo momento: cuando voy a desayunar, cuando estoy en la cinta dando paseos.
Le dejo un mensaje a mi querida Kiti Mánver contándole la angustia que de vez en cuando me invade en este proceso. Ella sabe mejor que nadie de lo que le hablo y me recomienda que vaya pasando el texto mientras esté haciendo cualquier acción de mi día a día. Ya he pasado por eso pero necesito ánimo. Tengo martirizado a llamadas a mi director, Juan Carlos Rubio. “¿Me lo acabaré sabiendo?, ¿Voy bien?”. Los miedos y las inquietudes de siempre.
Noto que al estar tan absorto en el estudio tengo la líbido entre dormida, anestesiada y ligeramente muerta lo que me produce un estado de liberación agradabilísimo. Ese estado solo se rompe por el nerviosismo que me produce volver el jueves a la gran final de ‘GHVIP7’. Tengo muchísimas ganas de reencontrarme con mis compañeros, volver a ese plató que me ha dado tantísimas alegrías y despedir una edición que para mí será inolvidable por muchos motivos.
En algunos momentos cercanos a la ansiedad he abierto el Grindr para entretenerme un poco. Me salía cerca un chico de 26 años que no ofrecía mucha información en su foto de perfil. Mal le ha debido ir la cosa durante estos días porque ayer ya añadió más detalles: 20 cm y el símbolo de la berenjena. En estas aplicaciones como no vendas bien el género te comes a ti mismo con patatas.