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En realidad, creo que mi padre no se ha muerto. Lo tengo tan presente que se me hace difícil pensar que no está a mi lado. A lo mejor es que no creo en la muerte como fin. Se me hace muy raro pensar en el adiós definitivo porque entonces todo esto que llamamos vida tendría muy poco sentido. Menuda estafa. Me gusta escribir sobre estos asuntos porque después siempre recibo algún mensaje valioso. La recomendación de un libro, una experiencia enriquecedora. Hablaba de mi padre. Cuando estaba vivo era la antítesis de lo que yo quería ser. Y ahora parece que está jugando conmigo porque, aunque me cueste reconocerlo, cada vez somos más clavados.