Comienzo el curso con las pilas cargadas. Tengo ganas de volver, y eso en mí ya es un gran paso, porque últimamente los veranos se me hacían cortísimos. Será la edad. Se duerme menos y se conforma uno con menos vacaciones. Luego ya, lo de siempre: la semana que viene empezaré a decir que estoy harto y que lo dejo todo para poner una mercería en La Habana. El viernes estuve en el ‘Deluxe’ y me dio mucha alegría reencontrarme con mis compañeros y volver de nuevo a la batalla. Ahora estamos con que si Matamoros se va o no se va y discutiendo se nos va la vida en ello. Lo normal. Comenzamos la primera temporada sin Mila y habrá que ir concienciándonos de que no la vamos a volver a ver. Qué tarea más difícil, pero la tenemos tan presente que es como si estuviera protegiéndonos. Incluso vigilándonos. Tengo la sensación de que va a ser una buena temporada. Tengo ganas de luchar y, sobre todo, de pasármelo bien. Me gusta salir a trabajar con la sensación de que te la juegas cada tarde. Es la única manera de que un programa no se adocene y siga conquistando a los espectadores.