Conocí a Laura cuando empezamos ‘Hay una cosa que te quiero decir’. La convertimos en madrina del programa y ella se encarga de recordárnoslo cada vez que viene, que ya van tres.
Tuvimos buen rollo desde el principio y luego se ha ido acrecentando conforme nos hemos ido viendo. En los inicios de su carrera la catalogamos de muchacha recatada que seguía a pies juntillas los dictámenes del Vaticano pero, conforme han ido pasando los años, se ha revelado como una mujer combativa y solidaria.
Me hace gracia porque es una estrella internacional con la que tengo conversaciones muy domésticas. La vi la semana pasada para grabar un emotivo caso de ‘Hay una cosa que te quiero decir’ y acabamos hablando de lo mucho que nos gustaba Los Ángeles porque amparados en el anonimato podíamos salir a desayunar sin habernos duchado antes.
Me gusta Laura. Es muy profesional. Llega al plató y te saluda por tu nombre, sabe lo que tiene que hacer en cada momento y no pone ni un problema a la hora de trabajar. Debería darle un cursillo a ciertos artistas españoles.