Siempre que me preguntan en una entrevista por mis presentadoras preferidas doy su nombre. La admiro desde hace años porque tiene todas las cualidades que para mí debe tener una presentadora y que fundamentalmente se resumen en dos: un punto de locura y ausencia de sentido del ridículo. Además es excesiva, transgresora, juguetona, respondona, incorrecta y no le rinde culto a la objetividad. Un presentador de entretenimiento me produce rechazo si intenta ser objetivo. Y luego, aburrimiento. Cansancio. Y así, hasta el hecho último de verme obligado a cambiar de canal o aprovechar para pensar en Lisboa. Después de presentar quince ediciones de GH, Mercedes no presentará la decimoséptima. La conduciré yo. Desde el mismo momento en el que se supo la noticia las redes se vinieron abajo y lloraron la pérdida del alma del concurso. Lógico. La Milá lleva acompañándonos quince años y a los entusiastas seguidores del formato se les hace raro pensar que no va a estar ella amenizándoles las galas. A mí pasaría lo mismo pero mi caso es distinto: como voy a presentar GH17 estoy feliz. Y me puse muy contento cuando el pasado viernes en el Deluxe ella entendió mi alegría. Mercedes, que es una entrevistada generosa, está muy satisfecha con las oleadas de cariño que está recibiendo desde que se conociera la noticia. No es para menos. Se merece todo lo que le están dando. Creo que sin ella el concurso no hubiera durado tantas ediciones. Se lo dije el directo pero lo vuelvo a escribir aquí: gracias por la generosidad que demostraste conmigo. Por las palabras de aliento y tu confianza en mí. En contra de lo que opine la gente me lo has puesto muy fácil porque es imposible hacerlo como tú.