Veo en YouTube una entrevista que le hicieron a Charo López hace cuatro años. Le preguntan a la actriz por tres series míticas que protagonizó para televisión –’Fortunata y Jacinta’, ‘Los pazos de Ulloa’ y ‘Los gozos y las sombras’– y cómo llevó la tremenda popularidad que consiguió con ellas. “Perfectamente”, respondió, “antes, cuanto te reconocían, lo hacían por tu trabajo. Ahora todo es más complicado”.
Me han hecho pensar mucho las palabras de mi admirada Charo. Cuánta razón tiene. Ya no importa qué trabajo hagas o si está bien o mal hecho. Únicamente importa la fama. Te ven por la calle, no te dicen ni buenas tardes y te agarran por el hombro y te colocan para una foto, aunque tú no quieras. Tras la foto, vienen otras modas. Ahora parece que hay un reto en YouTube que consiste en que te contesten cien famosos. Diariamente recibo un montón de mensajes pidiéndome uno de esos saludos. Si los respondiera a todos, debería dedicarle un par de horas al día más o menos.
La fama se ha convertido en un elemento para satisfacer el ansia de los demás. Si antes tenía algún valor, aunque fuera mínimo, ahora ya no tiene ninguno. Los famosos nos hemos convertido en seres al servicio del narcisismo de los usuarios de las redes sociales. Te graban en un restaurante, en una discoteca, en el súper o cogiendo un taxi. No existe el límite porque creen que tienen el derecho de hacerlo y, ante eso, no hay nada que hacer. Bueno, sí. Pero es muy costoso. Dejar de salir a la calle. Crearte una realidad paralela en la que te encuentres a salvo de cámaras. No acudir a esos sitios en los que, por mucho que te duela, no vas a poder ser tú mismo.
Hoy es sábado seis de julio y el Orgullo está en su máximo apogeo. Ayer me quedé en casa aburrido como una mona porque la gente que conozco estaba dándolo todo en el centro de Madrid. ¿Es una queja? No. Es una constatación de la realidad, de mi realidad, la que de alguna manera he elegido y, con sus pros y sus contras, decido seguir viviendo. Disfruto viendo cómo se lo pasa bien la gente. No me gusta caer en la melancolía. Viví otros Orgullos con menos gente, más caseros, más manejables. No voy a decir que los míos fueron mejores, fueron otros simplemente. Los años pasan y no necesariamente lo de antes era mejor. Anclarse en el pasado es el primer camino para convertirte en un infeliz y en un amargado.