Mientras que IDA me sulfura cada vez menos –tengo mis momentos, debo reconocerlo–, el debate sobre los estudios en Gales de la princesa Leonor ya me suena a ciencia ficción. Me importa muy poco tirando a nada dónde se forme una muchacha que no significa nada en mi vida. Cuando ella reine –si es que lo hace–, lo más probable es que yo esté muerto o a punto de palmarla, así que, en lo a mí respecta y como potencial súbdito, le doy permiso para que haga con su real existencia lo que venga en gana. Yo le recomendaría que a los 18 renunciara a todo y se dedicara a recorrer el mundo con colegas de su edad, que es lo que debería hacer todo hijo de vecino a esa edad. Disfrutar de la juventud sin pensar en el mañana. Y menos aún cuando lo que te espera es soportar los elogios de vetustos cortesanos. Leonor, hazme caso: renuncia antes de que sea demasiado tarde. Eso de tener “obligaciones con los españoles” es un pensamiento prepandémico. Piensa en ti y en hacer feliz a la gente que te rodea. Lo demás me parece tan pretencioso como superado. Saldremos de esta crisis gracias al esfuerzo individual, no por la gracia de las instituciones. Lo dije en ‘Sálvame Naranja’ y lo escribo en blog. Creo que la reina Letizia ha tenido mucho peso a la hora de enviar a su hija a estudiar a un colegio exento de oropeles y sin princesas de dudoso origen bailándole el agua. Como la Reina es lista, está preparando a su hija para no reinar.