El miércoles, cena de Navidad de los presentadores de Mediaset. Los sitios van por sorteo: tú llegas, coges una bolita y te asignan una mesa. Nos citan a las nueve y antes de sentarnos hacemos un poquito de tiempo, hasta que Pedro Piqueras acaba su informativo. Aprovechas entonces para saludar a compañeros con los que normalmente te cruzas deprisa y corriendo por los pasillos. Me divierto un rato con Jesús Calleja, con el que hice un viaje a la Polinesia inolvidable. Yo estoy intentando convencerlo para que me lleve a otro programa, porque viajar con él es hacerlo de una manera muy distinta a la que estoy acostumbrado. Beso a Jordi González, al que quiero desde hace muchos años. Me río con Dani Martínez, que es divertidísimo y muy simpático. Y muy alto –más de metro ochenta–, aunque en realidad para mí todo el mundo es más alto que yo. Comparto mesa con Nuria Roca, Jesús Vázquez y Teresa Campos y mi cena de Navidad, que normalmente es un compromiso coñazo, se convierte en un rato muy entretenido. Intercambio algún que otro chisme con Nuria. Disfruto con Jesús Vázquez, al que veo mejor que nunca. Decir eso de él es mucho, porque su media es bastante notable. Desde que trabajamos en ‘Got Talent’ tenemos una relación más estrecha y compartimos complicidades y alguna que otra confidencia. Y luego está Teresa, con la que por una cosa u otra siempre te acabas riendo. Más gente en nuestra mesa: Piqueras, Roberto Arce, Carme Chaparro. Me hubiera quedado mucho más tiempo, pero al día siguiente tengo que ir a Ana Rosa para hablar del ‘procés’ catalán. Empezamos hablando de Rajoy y terminamos cotilleando sobre lo sexy que son algunos políticos. También confieso que una de las veces que rompí con mi novio fue por el asunto catalán. Cuando salgo del programa me doy cuenta de que el pobre P. tiene mucha paciencia conmigo, porque cuento demasiadas interioridades de nuestra relación. Lo llamo para explicarle que en el programa he hecho referencia a esa ruptura y él contesta resignado: “¡Qué le vamos a hacer!”.