Querida Alba: espero que cuando reciba esta carta se encuentre usted bien. Nuestra despedida fue un tanto abrupta, quizás porque no entendí que dirigiera hacia mí unos dardos tan innecesarios como injustos. He defendido a muerte su presencia en 'Supervivientes 2017' e incluso me he enfrentado a compañeros y amigos por dar la cara por usted. No esperaba que me colmara de gratitud y flores tras su paso por el concurso, pero lo que tampoco me merezco es recibir unas hostias que no me corresponden.
Y como uno ya tiene 47 años -los cumplí el 25 de julio- y está un poco hasta las narices de callarse, desde aquí le digo que estoy absolutamente decepcionado con su comportamiento. Que entiendo que está usted pasando por momentos muy complicados, pero yo, que también los paso, intento no lanzar bufidos contra quien no tiene nada que ver con mis quebraderos de cabeza. Y si eso pasa suelo tardar muy poco en hablar con la persona en cuestión -o llamarla por teléfono- para disculparme. Me sabe muy raro que siendo las trece y trece del sábado todavía no haya recibido ninguna noticia suya. Es verdad que a través de terceras personas sí que me llegó algo parecido a un "lo siento" pero a mi edad esas cosas ya no me sirven.
También es verdad que prefiero que no dé señales de vida porque tendría que rehacer el artículo y con el calor que hace me da mucha pereza. Debería empezar a tomar conciencia de que malos ratos los pasamos todos, no solamente usted. Y que las 'espantás' están bien de manera puntualísima, pero cuando se convierten en una forma de vida dejan de ser eficaces y pierden toda la gracia. En cualquier caso creo que tanto usted como yo necesitamos descansar el uno del otro. Ya si eso, cuando pase el verano, hablamos un día. Si surge, tampoco forcemos nada.
P.D. Lunes, dos de la tarde. Recibo mensaje de Alba. Quiere hablar conmigo para disculparse. Hala, ya me ha vuelto a ganar. ¡Ay diosito!, ¿por qué me has hecho tan facilón?