Aprovecho el domingo por la mañana para hacer una ronda de llamadas entre las personas más cercanas que tengo recién operadas, por operar o escayoladas. Empiezo por Belén Rodríguez. Se acaba de operar los pechos y parece ser que se los han dejado preciosos. Ya que estaba anestesiada quería aprovechar para colocarse unos hilos en el cuello, pero el doctor Rada se enfrascó tanto con los pechos que prefirió dejar lo otro para otro momento. Mejor. No hay nada más placentero que vivir anestesiado. A mí, siempre que por algún momento me tienen que anestesiar, pido que me avisen de cuándo me van a endosar el chute para gozarlo con intensidad. No entiendo cómo a la gente le dan miedo las anestesias. Total, si te mueres no te enteras. Y ya que inexorablemente nos tenemos que morir algún día, pues mejor hacerlo dormido. Sin dolor.
Belén Esteban, sin embargo, tiene miedo a las operaciones. Por eso está deseando que le arreglen cuanto antes lo de la tibia y el peroné que se fracturó en ‘Sálvame’ de la manera más tonta. No es por consolarla, pero es que esos accidentes siempre suceden de la manera más boba. Son como la vida, que no tienen mucho sentido. Le digo que intente estar tranquila, que es como pedirle a la climatología que en invierno no haga frío en Laponia. Un imposible. Belén tiene pinta de ser muy mala enferma, pero también es verdad que después de manifestar sus cabreos se adapta a lo que le echen. En eso nos parecemos. Primero despotricamos y luego aceptamos.
Son las dos del mediodía. Le he dejado un recado a Lydia Lozano, pero no me responde. Se ha roto el radio intentando calzarse una bota. Igual está enfadada conmigo porque el viernes Pipi Estrada se explayó contando el encuentro sexual que tuvo con ella en un 600 cuando tenía veinte años. Parece ser que disfrutaron mucho aunque ninguno quiso repetir. Los entiendo. A esa edad, habiendo tantas ciudades nuevas por conocer, no te vas a quedar con el puerto que ya has visitado. Quieres visitar otras plazas mayores, otra catedral, un jardín botánico. Con los años no desprecias lo conocido que ya te ha dado gustito porque la vida te enseña que no todos los viajes son placenteros. Un poco más tarde Lydia me responde diciéndome que por la noche va a ‘Conexión Honduras’ porque “ya sabes que ‘Supervivientes’ me fascina”. Lydia nunca defrauda.