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La noche del miércoles me toca trabajar, un ‘Última Hora’ de ‘Supervivientes’ en el que entrevistamos a José Antonio Avilés. Máxima expectación por ver cómo sale del embrollo el muchacho. Empieza la entrevista bien, pidiendo perdón por los errores cometidos e intentando apelar a la compasión del espectador mostrándose como un pobre niño desvalido que metió la pata por crearse una vida paralela.
Lo cierto es que al principio me la cuela pero, en cuanto avanzan sus explicaciones, se va destruyendo poco a poco su coartada y aparece el verdadero rostro de Avilés: un trepa fascinado por la popularidad que está dispuesto a hacer lo que sea por arañar una cuota de pantalla.