Aquí va una lista de cosas con las que he disfrutado estas dos semanas de descanso: la serie ‘Gambito de dama’ (de Netflix), se me han saltado las lágrimas en el último capítulo y me ha hecho muy feliz llorar porque era una válvula de escape que tenía muy abandonada; escuchar en bucle a Ney Matogrosso cantar ‘Tico Tico no fubá’, pura sensualidad; leer libros como el delicioso ‘El infinito en un junco’ (de Irene Vallejo), un ensayo precioso sobre el nacimiento del libro y su importancia; ‘Estado del malestar’ (de la noruega Nina Lykke), una obra fundamental para los que hemos cumplido los cincuenta y descubrimos el cúmulo de decepciones que nos aporta la vida; ‘Nadie es normal’ (de Jordi Sánchez), me ha enseñado cuánta verdad hay en lo absurdo y me ha hecho pensar y reír, una joyita; y ‘Muestras privadas de afecto’ (de Guillermo Alonso), una novela que te remueve emocionalmente de tal manera que te deja del revés y con el corazón encogidito como el papel de la magdalena de Proust. Le tengo mucho cariño a Guillermo porque el pequeño parlamento que pronuncié cuando recogí el Ondas me lo chivó él.