Antonio Tejado tiene cuerpo de jota y espíritu de copla. Recordemos que pasó mucho tiempo en Cantora debido a que su tía María del Monte e Isabel Pantoja fueron amigas. Y eso debe marcar un huevo tu educación sentimental. Cómo pretendemos que salga un chaval que desde pequeñito se pasaba los veranos escuchando ‘Marinero de luces’ o ‘Era mi vida él’, por parte de Isabel, y ‘Cántame’, por parte de su tía. Pues locuelo perdido. Me lo imagino intentando cortar una relación, diciéndole a una chavala a la luz de la luna en Cantora: “No te aferres a un imposible. Ya no te hagas ni me hagas más daño oooooooohhhhhhh”. Con ese mejunje de historias metidas en la cabeza, luego le vino la primera juventud, y es cuando se le hizo la picha un lío porque se dio cuenta de que, además de la música que había escuchado desde chiquitito, también existían los Cantores de Híspalis, Ecos del Rocío y los Siempre así. Y el cortocircuito mental que se provocó en su cerebro fue de tal calibre que todavía le quedan secuelas. Sentimentalmente, Antonio es una bata de cola andante, una copa de fino al mediodía, un rasgueo de guitarra al atardecer y un chupito de whisky bien cargadito a eso de la medianoche. En definitiva: una bomba de relojería. Confiaba en él, pero mis expectativas se han visto superadas. Antonio Tejado es tramposo, mentiroso, manipulador, dicharachero, divertido, jaranero, simpático y muy sexual. O sea, un concursante de reality de primerísima categoría. Fracasó en ‘Supervivientes’, pero en ‘GH DÚO’ ha dado la vuelta a la tortilla y merece llegar lejos porque se entrega, porque lo vive y porque, como diría Gracia Montes, es una feria.