Me recuerda a Gracia Montes: rostro regio, mirada imperturbable, elegancia antañona. Tiene maneras de meritoria de folklórica que aspira a convertirse en primera figura de un tablao, pero se le ve tanto el plumero que no tengo yo muy claro que lo consiga. Y no porque no tenga talento, que lo desconocemos, sino porque le precede la sombra de la más grande –Rocío Jurado– y ante eso no hay tu tía. Haga lo que haga siempre aparecerá el recuerdo de una de las más grandes figuras que ha dado la historia de nuestro país.
Ana María Aldón tiene una gracia que ella desconoce: ser malona. No digo que lo sea, pero la candidez que desprende Rocío Flores se le está volviendo en contra. Pocos entienden que no se haya posicionado al lado de la cría, y tampoco le ayudan los razonamientos que escoge a la hora de manifestarse. Su: “Mi familia está en España” forma ya parte de las frases míticas de la historia de los realities, muy a la altura del: “Este es mi momento” de Rosa Benito.
Creo que la idea primigenia de Aldón era aterrizar en ‘Supervivientes 2020’ y, luego, quedarse en la televisión, pero mucho me temo que no le van a quedar demasiadas ganas cuando vea la que se está formando afuera. Que aproveche al máximo los días de sol y playa porque la vuelta a la realidad va estar repleta de tormentas más terribles que las de los Cayos. No creo que el comité de bienvenida que le espere cuando vuelva a España sea para brincar de alegría. Yo de ella me quedaba en la isla para participar en ‘Supervivientes 2021’.