Los concursantes de ‘OT’ no dejan de ser noticia. Están en todas partes, y eso me ha llevado a reflexionar sobre el asunto. Primero lo veía contraproducente para ellos. En un mundo tan complicado como el artístico, conseguir lo que han conseguido estos chicos requiere un esfuerzo de muchísimos años y, aun así, se cuentan por legión los que se quedan por el camino.
Desconozco cuántos seguirán en el candelero porque en esta profesión el fracaso y el olvido esperan pacientemente en la esquina. No tienen prisa. Y eso me llevaba a pensar que el concurso podría ser muy pernicioso para los participantes hasta que llegué a la conclusión de que me equivocaba. Cierto es que los coloca en un lugar para el que no están preparados, pero también es verdad que nadie está preparado para el éxito. Te pueden intentar prevenir, hablarte de la angustia, de la ansiedad, del miedo y de las inseguridades que este provoca. Pero hasta que no lo vives no puedes saber qué significa. Y sí, probablemente luego aparecerá la nada, el vacío.
El teléfono que no suena. Y ahí es donde empieza verdaderamente la carrera de un artista. En esos momentos en los que tienes que saber si estás dispuesto a dejarte la vida por tu vocación. Durante esos días que parece que no vas a encontrar una salida. Así que los chicos de ‘OT’ pueden considerarse unos afortunados porque, en muy poco tiempo, van a pasar por estados de ánimo tan extremos que les van a obligar a ser mucho más fuertes. Y a seguir luchando –o no– por su pasión.
En el otro extremo de la balanza se encuentran otro tipo de jóvenes, como Alejandro Albalá. Surgen al amparo de los programas de entretenimiento del corazón, y su talento consiste en contar con desparpajo sus vaivenes emocionales e incluso sexuales. Probablemente sean más felices porque no tienen pinta de preocuparse por el futuro. Pero nadie dijo que la vida fuera justa. En cualquier caso, Albalá está cogiendo en muy poco tiempo unas tablas que me están sorprendiendo. Tiene morro y recursos para seguir en la brecha. Quizás me equivoque, pero creo que tenemos Albalá para rato.