Esta vez mi madre ha aparecido en casa con dos kilos de gambas, dos de pulpo y otros dos de bacalao. Se va superando. Cabe reseñar que viene en AVE desde Barcelona, así que tiene su mérito. No es lo mismo que tu madre tenga que coger un taxi con ese cargamento a un tren, dónde va a parar. Las madres son así y no hay vuelta de hoja.
Mi estilista Roberto, que es italiano, me cuenta que la suya le trae cada vez que viene a visitarlo a Madrid pastillas para la lavadora. Sí, pastillas para la lavadora. Sinceramente, prefiero que, en vez de artículos de limpieza, me traigan gambas. Y además, ahí tengo que darle la razón a mi madre, gambas como las que me trae ella no las hay en Madrid. Por mucho que aquí no nos cansemos de repetir que Madrid es el mejor puerto de España.
Ahora hablo mucho con mi madre de salud, debe ser cosa de la edad. Comparamos analíticas y ella está muy feliz porque tiene los “trigléritos” fenomenal. “Triglicéridos”, le corrijo yo. “Sí, eso”, responde ella. No entiende muy bien que yo desayune sopa miso con su tofu y todo. Es más, llegó el jueves a casa y, después de almorzar, dictaminó: “En cuestión de comida, esta casa es un luto”. Las madres son así, sinceras por naturaleza. Y muy dispuestas siempre a la pelea.
Le comunico mi sueño de vivir al borde del mar y me dice: “¿Y no te aburrirías?”. “Pues no lo sé, supongo que no”. “No sé yo, luego aquello que se queda tan solo y no vive nadie”. “Bueno, es que cada vez hay más gente que vive en la playa todo el año”. “Claro, claro”. “Me voy a hacer deporte”. “Jorge, ahora no te vayas a obsesionar con el deporte. Que así estás muy bien, no vayas a adelgazar más”. Y para acabar de rematar la jugada, entra en liza P.: “¿Has visto qué quisquilloso es tu hijo?”. Y yo, como cantaba Mocedades, me callo, miro al cielo y me voy a la elíptica. Por la noche, vemos ‘First Dates’ y, a eso de las diez de la noche, comunico que me voy al sobre. Mi madre y P. intentan retenerme con argumentos de lo más variopinto, pero ayer tuve gala de ‘GH VIP’ y se me están cerrando los ojos. Me voy a dormir con la conciencia oscura. Tendría que haber aguantado más tiempo con ellos. Prometo mejorar durante el fin de semana.