El sábado me planto delante de la televisión con muchas ganas para ver la entrega de los Goya. Conforme van pasando los minutos las ganas se van esfumando a la velocidad de la luz. No por Dani Rovira, sino por los interminables discursos de agradecimiento de la mayoría de los premiados. Entiendo su alegría, pero qué falta de consideración con la gente que está en casa tragándose la gala. El discurso más emocionante, el de Miguel Herrán, ganador del Goya al Mejor Actor Revelación. Acabamos P. y yo llorando, aunque él lo disimula mejor. No ganó Antonia Guzmán pero sí su nieto, Daniel. También lloré con su discurso.