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Me gusta Alejandra Rubio. Pero eso no quiere decir que no me guste Carmen Borrego. Soy incapaz de renunciar a un placer. Alejandra tiene veintiún años, que es una edad estupenda para decir lo que te dé la gana. Porque luego viene la vida con sus convenciones y te empuja a ser un ser silente. A la Rubio le va la marcha, y eso me encanta.
Como ella lleva viviendo desde pequeña con las Campos –madre, tía, abuela– las tiene totalmente desmitificadas. No son esos personajes a los que los demás respetamos por distintos motivos.