Andrew Morton

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Harry Medios de comunicacion
Cordon Press

Harry y Meghan, sin trabajo y entre rumores de crisis de pareja

Andrew Morton
Andrew Morton

Periodista, escritor y biógrafo de Lady Di

Meghan y Harry se encuentran en sus horas más bajas. Su acuerdo de 20 millones de euros con Spotify ha sido relegado a una vía muerta mientras los ejecutivos de Netflix, donde se puede ver la docuserie sobre su historia de amor, creen que sus deslucidas ideas y estrategias no tienen suficiente interés como para mantenerlos en nómina.

Desde que entregaron las llaves de Frogmore Cottage, su único hogar en Inglaterra, Harry y Meghan se han quedado paralizados mientras observan con tristeza cómo el tren de los Windsor avanza a toda velocidad sin ellos. Los Sussex pensaban que su decisión de abandonar la familia real y empezar una nueva vida en California era su billete para el éxito y que podrían conseguir la atención de Hollywood con su glamour y el caché que les daba haber pertenecido a la realeza. Pero, en cambio, Hollywood se ha mostrado poco impresionado con ellos, por no decir bastante hostil. Cuando su contrato con Spotify se rompió de forma repentina, Bill Simmons, uno de los jefes de la compañía, describió a los Sussex como “un par de estafadores”. Un comentario duro, especialmente si se tiene en cuenta que el podcast de Meghan, ‘Archetypes’, tuvo buena audiencia y consiguió contar con invitadas de relumbrón, como su amiga la tenista Serena Williams y Mariah Carey. Sin embargo, Spotify la despidió tras solo 12 episodios en antena. 

Meghan Markle Archetype
@spotifypodcasts

Mucho ruido y pocas nueces

Con el paso del tiempo se ha visto que, a pesar de tener una agenda envidiable, su título real no ha llevado demasiado lejos a Meghan. Le mandó a Taylor Swift una carta de su puño y letra en la que le pedía que apareciera en su podcast pero la cantante, a través de un representante, rechazó la oferta de forma educada. Algo que recordaba a la época en que Meghan trabajaba como actriz y escribía en su blog, The Tig, y pasaba horas intentando conseguir una entrevista con gente como Ivanka Trump y Elizabeth Hurley. La duquesa ha recibido otro golpe, este por parte de Dior. La casa francesa salió rápidamente a desmentir de forma contundente  los rumores que decían que la habían contactado como posible embajadora de la firma. 

Muchas de las propuestas de la pareja, especialmente las del príncipe Harry, nunca pasaron de ser emails o cartas. Tras una sesión de lluvia de ideas, a Harry se le ocurrió que podrían hacer un programa en el que discutieran sobre religión con el Papa o contactar a líderes mundiales como Donald Trump, Vladimir Putin o el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, para hablar de cómo sus experiencias de la infancia les habían convertido en los hombres que son hoy en día. También se le ocurrió hacer un podcast sobre la paternidad, algo que dejó a los ejecutivos fríos y perplejos, y preguntándose en qué planeta vive el príncipe. En Hollywood se han dado cuenta de que la pareja es mucho ruido y pocas nueces, que hablan mucho, pero realmente no tienen nada para respaldar sus propuestas. Meghan y Harry lanzaban ideas muy difíciles de poner en marcha y esperaban que fueran los demás quienes les hicieran el trabajo. Esto explicaría la rotación constante de expertos en los medios contratados por la pareja real. Para ser justos, no les ayudó que lanzaran su compañía durante la pandemia de covid-19, cuando todas las grandes plataformas, como Netflix y Spotify, se dieron cuenta de que la crisis provocaba que no podían permitirse –o que no necesitaban– fichar a grandes nombres como los Sussex. La pareja tenía un as en la manga, ellos mismos, pero una vez que jugaron esa carta se acabó su suerte, ya no había nada más que ofrecer. Se les veía demasiado preocupados por su marca y por su imagen. A los Obama, en cambio, que montaron su productora cuando abandonaron la Casa Blanca, les ha ido viento en popa y eso ha desembocado en películas, programas de televisión y documentales que han ganado premios. 

Su tío le observa

El príncipe Eduardo, el tío de Harry, ha debido observar la accidentada carrera televisiva de su sobrino con bastante interés. En 1995, cuando Meghan era solo una adolescente, el hijo pequeño de la reina Isabel iba entregando por todas partes tarjetas de presentación con su nombre, Edward Windsor, y el de su compañía, Ardent Productions. A diferencia de Harry, que ha ido a parar a este mundo de rebote, trabajar en el teatro y la tele siempre fue el sueño de Eduardo. Como a Harry, a Eduardo le preocupaba el contenido de sus programas, intentando estar seguro de que no afectaría a la reputación de la monarquía. Por eso los que acabó haciendo eran muy aburridos y, tras varios años sin ganar un euro, aparcó su sueño y volvió al redil de la monarquía. En un principio había dicho que no haría programas sobre la familia real. Pero, presa de la desesperación, acabó haciendo programas sobre la restauración del castillo de Windsor, los buques de guerra, su antepasado Eduardo VIII, y un perfil del príncipe Guillermo como estudiante, una iniciativa que provocó un enfrentamiento con su hermano mayor, el ahora rey Carlos III. La vida de la realeza, con esos cómodos ritmos y rutinas, difícilmente es el mejor trasfondo para los ritmos frenéticos de una industria creativa como los medios de comunicación. 

Principe eduardo
GTRES

Cuando su empresa fracasó, Eduardo al menos tenía la seguridad de poder volver a la familia real y seguir cumpliendo con sus obligaciones. Ahora, el príncipe es elogiado por su trabajo en la fundación del duque de Edimburgo para los más jóvenes. Harry, en cambio, ha quemado todos los puentes con su padre, su hermano y el resto de su familia. En cuanto a Meghan, no hay interés por ninguna de las dos partes en un acercamiento. 

Crisis en la pareja

Mientras su productora se viene abajo, el rey y la reina sin corona de California están destinados a permanecer en la costa Oeste. Se habla de que las cosas no están bien en el matrimonio. Así como la posibilidad de que Harry deje a Meghan es impensable –“ella es el aire que respira”, como me dijo un autor especializado en la realeza–, no hay la misma certeza sobre la ambiciosa exactriz. En su entorno, ella ha dejado claro que está centrada en su futuro y se niega a hacer comentarios sobre historias que, para ella, son agua pasada. Su marido, en cambio, se pasa la vida reviviendo el pasado. Su guerra legal contra los tabloides británicos puede ser noble y un poco quijotesca, pero también es muy arriesgada y les está drenando financiera y emocionalmente. Por culpa de este conflicto, Harry no ha podido dedicar el tiempo y la atención que hubiera deseado a su nueva familia y su empresa. Por mucho apoyo que Meghan quiera darle a su marido, la decisión de su esposo de pasarse el día en los tribunales le debe parecer preocupante y desgastante, especialmente dados los problemas mentales que Harry dice que ha sufrido en el pasado. 

Los días en los tribunales de Harry han afectado a su creatividad. Una de sus ideas recientes fue hacer un programa sobre cómo los medios distorsionan la realidad. Parece que quiere llevar su caso contra los tabloides lo más lejos que pueda. El problema es que ya hemos escuchado esa canción antes. Hace poco la propia pareja contó que estuvieron involucrados en una persecución “casi catastrófica” de dos horas por las calles de Manhattan provocada por los paparazzi. Hasta el alcalde de Nueva York se mostró escéptico sobre la veracidad de este hecho. 

La misma historia

Esto me recuerda a otro royal que abandonó la familia real, el rey Eduardo VIII. Cuando abdicó para casarse con la americana Wallis Simpson todo el mundo estaba pendiente de lo que decía. Dos décadas después, seguía rememorando la crisis que supuso su abdicación hasta el punto de que todo el mundo le evitaba en los encuentros oficiales para evitar que los acorralara con las mismas viejas historias. Según decía Tommy Lascelles, el secretario privado de la Reina, se había convertido en algo así como una alfombra vieja. Harry siempre ha dicho que aún le quedan un par de décadas de estar en el foco y que entonces este pasará al príncipe George, Louis y la princesa Charlotte. Si la cosa sigue así, a lo mejor le queda menos de lo que él se imagina. 

Eduardo VIII y Wallis Simpson
Getty Images