Si alguien sabe el verdadero poder que reside en la autenticidad, esa es Brené Brown. Su charla TED, El poder de la vulnerabilidad, dio la vuelta al mundo. Sus libros llevan tiempo cambiándole la vida a la gente, y como profesora de investigación en la Universidad de Houston es toda una experta en temas relacionados con la psicología y las ciencias sociales. Si te hablo de ellas, es porque la cita que encabeza el artículo de hoy es de uno de sus libros, Los dones de la imperfección, del que tenemos mucho que aprender.
En este mundo en el que vivimos, es fácil perderse en comparaciones y exigencias de otro mundo. Las redes sociales se han convertido en el escaparate que todos queremos imitar. Y la perfección en el gran anhelo que todos perseguimos. Pero la felicidad verdadera, la plenitud y el bienestar, no tienen nada que ver con aquello que es perfecto. Su verdadera esencia reside en la autenticidad. Y eso es, precisamente, lo que nos enseña Brown con la frase que hoy nos ocupa.
¿Perfección o autenticidad?
Solo puedes elegir una opción. Ser perfecta o ser auténtica. ¿Cuál elegirías? Voy a ahorrarte el dilema: solo una de ellas es posible, porque la perfección no existe. No es real. Nada en el mundo es perfecto, y precisamente por eso la vida está llena de magia.
Es eso a lo que Brené Brown se refiere cuando asegura que "la perfección no existe; la imperfección es el regalo de la autenticidad." Porque son aquellas partes de nosotros mismos de las que renegamos, esas que nos hacen parecer imperfectos, las que nos hacen auténticos. Y es de lo imperfecto, de lo que surge todo lo que merece la pena vivir.
Así lo defiende Brown en su libro Los dones de la imperfección, en el que argumenta que la presión por ser perfecto nos desconecta de nuestra humanidad, nos lleva a sentir vergüenza y falta de autoestima.
Pero ¿qué pasaría si consiguieses aceptar que no eres perfecta, pero que es eso precisamente lo que te hace valiosa? En esa aceptación se encuentran los dones de la imperfección.
Los dones de la imperfección
No confundamos perfección con perfeccionismo. Para Brown, la perfección es un ideal inalcanzable. El perfeccionismo, por su lado, es una manera de protegernos del juicio y la crítica. Los dos son nocivos, de formas distintas. Porque la perfección nos causa frustración. Es inalcanzable, irreal. Y el perfeccionismo nos lleva a la parálisis y nos impide avanzar. “El perfeccionismo es un escudo que vamos arrastrando”, dice la experta, “pensando que nos protege cuando, en realidad, evita que nos vean”.
Deshacernos de este perfeccionismo, en cambio, puede transformas nuestra vida. Renunciar a la perfección, abrazar la autenticidad, nos concede auténticos regalos. Según René Brown, estos son algunos de los más importantes.
La imperfección nos hace humanos
La imperfección no es algo que debamos ocultar o superar, es una parte esencial de lo que significa ser humano. Tus cicatrices, marcas y heridas, son parte de quien eres, no algo que debas corregir. Tus momentos de crisis, tu mal carácter por las mañanas, el olor a sudor cuando corres. Todo eso, te hace humana. Aceptar que no eres perfecta te permitirá ser más compasiva contigo misma y, por tanto, con los demás.
La imperfección fomenta la conexión
Otra de las razones por las que Brown asegura que debemos abrazar nuestras imperfecciones porque, cuando nos mostramos tal y como somos, con nuestras vulnerabilidades e imperfecciones, creamos conexiones más auténticas y profundas con los demás. Fingir perfección, por el contrario, nos aísla y refuerza la desconexión.
Quienes te quieren, lo hacen sabiendo qué no eres perfecta. Tus momentos difíciles, tus vulnerabilidades, solo hacen que sea más fácil amarte.
La imperfección nos hace fuertes
Brown asegura que hay dones que nacen de la imperfección. Solo cuando la aceptamos, desbloqueamos grandes regalos, como la valentía, la compasión y la conexión. Estos dones, que son esenciales para vivir de forma plena y con propósito, solo están al alcance de aquellos que renuncian a ser perfectos y, en cambio, abrazan su autenticidad.
La imperfección promueve el autocuidado
Aceptar que no eres perfecta significa aceptar que no puedes con todo. Y reconocer estas limitaciones es el primer paso para poder empezar a tratarnos con cariño y cuidado. Brown asegura que hablarnos con compasión y amor, como lo haríamos con un buen amigo, es esencial para dejar de lado las expectativas irreales y avanzar hacia una vida más plena.