La sonrisa es el gesto universal por el que, sin hablar, expresamos felicidad y también es una de las zonas en la que primero nos fijamos al conocer a alguien. Esta no solo envía señales positivas a quien le rodea, sino que genera confianza y libera endorfinas, lo que provoca esa reducción de estrés que tanto necesitamos siempre. Por eso, y por la importancia de su aspecto, deberíamos aprender a cuidarla como se merece para no tener que avergonzarnos de ella nunca. Y que mejor día para empezar que el 7 de octubre, el Día Mundial de la Sonrisa.
Ernesto de la Puente, médico de laboratorios PHB, nos ayuda con ello y nos da las claves para lucir esa sonrisa que todos buscamos y lo hace mediante 10 pasos imprescindibles ( y fáciles) que debemos seguir a diario. Son los consejos básicos que todos siempre tendríamos que incluir en nuestra rutina diaria pero que a veces se nos olvida, o simplemente nos da pereza.
1. Acudir al dentista mínimo una vez al año
Es importante tener un seguimiento de tus dientes guiada por un profesional para evitar sorpresas desagradables.
2. No dejar de lado la rutina diaria
Dispón de un kit dental en formato viaje para que puedas llevarlo siempre contigo.
3. Hidratarse correctamente
La hidratación es algo imprescindible para tu salud y para lucir una sonrisa más sana.
4. Cepíllate los dientes después de cada comida
Desde los dientes, hasta el paladar y la lengua, todas las partes son iguales de importante.
5. Al menos una vez al día, una higiene bucal completa
Con cepillado, enjuage bucal e hilo dental.
6. No fumar y evitar abusar con el alcohol
Deja de una vez el tabaco e intenta limitar beber solamente los fin de semana, y sin excesos.
7. Si tomas bebidas ácidas, esperar diez minutos antes de lavarte los dientes
Esto es para que la saliva neutralice los ácidos.
8. Evitar morder objetos duros
Esto puede provocar fisuras en los dientes.
9. Cambiar el cepillo de dientes
Si no quieres tener bacterias en tu boca, deberías cambiar el cepillo cada tres meses.
10. No olvidar el cepillado nocturno
Es el momento en el que menos saliva producimos y el que más horas estamos sin lavarnos los dientes.