“El asfalto de Madrid hervía aquel 14 de julio de 1988 y los carteles con la palabra “rebajas” colgaban como banderas de guerras perdidas en las tiendas más lujosas del barrio de Salamanca. Pero, fiel a la costumbre que había adquirido en sus años de alumno del Liceo Francés, Carlos Falcó, marqués de Griñón, celebraba la fiesta nacional de Francia con una cena en su casa de la calle Tambre.
Hacía tres años que se había separado de Isabel Preysler y era el único soltero de la reunión. Allí estaba la flor y nata de la Beautiful People: Mario Conde y su mujer y Juan Abelló con la suya. Abelló y Conde acababan de vender su empresa por 12.000 millones de pesetas, un “pelotazo” que se estudia aún en las facultades de Economía. También estaba el financiero Alberto Cortina con su mujer, una rubia anónima llamada Alicia Koplowitz.
Cortina y su primo Alcocer, casado con la hermana de Alicia, estaban al frente de Construcciones y Contratas y los llamaban los “primos de la gabardina” ya que solían llevar esta prenda. Casi nadie recordaba que la empresa en cuestión había sido fundada por el padre de las hermanas Koplowitz. Alberto paladea con aire un poco aburrido el vino de Carlos, un marqués de Griñón Rueda Superior, blanco y muy frío.
Marta Chávarri se aburría con Falcó
Pero cuando llega la última pareja, Cortina se yergue como el corcel al sonido de la trompeta antes de la batalla. El hombre que entra es el hermano del anfitrión, Fernando Falcó, marqués de Cubas. Y ella... Ah, ella... Los hombres meten barriga, las mujeres la observan con recelo. Es Marta Chávarri, la deslumbrante Marta, un monumento viviente a la juventud que respira sensualidad por los cuatro costados…”
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