Tener en tu festival de música a una gran artista como es Isabel Pantoja no es fácil. Ni barato. A su caché hay que sumarle la serie de extras que toda diva reclama para su perfecto confort, desde lo que comerá, hasta cómo quiere que sea su camerino. En este caso, camerinos.
Isabel estará el próximo 22 de febrero en el festival de Viña del Mar, en Chile, llevando su música al otro lado del charco. Será su reaparición en Latinoamérica, donde se la quiere (casi) tanto como aquí. Ella parte como uno de los platos fuertes del festival y, conocedora como es de su capacidad de llamamiento, la Pantoja ha pedido sin miedo por su boquita hasta rellenar 18 folios de requerimientos que ella considera necesidades de primer orden y que otros creerán que no son más que caprichos de estrella.
Veamos, una de las cosas que primero le han rechazado ha sido el pasaje de sus 60 músicos. Isabel pensaba viajar a Chile con la misma orquesta que la acompañó en su vuelta a los escenarios en España, algo que desde la organización se ha opuesto, ya que los músicos serán del país de destino. Con ellos ensayará los días previos y punto. No hay necesidad de fletar a media España.
El resto de cosas parece que sí se las van a conceder. Algunas resultan sorprendentes como los 100 euros diarios en dietas que exige para ella, su acompañante y su mánager, mientras que para el resto del equipo solo son 50 por día. También ellos tres viajarán en bussiness, mientras que el resto hace el trayecto en turista. El festival deberá tener a su disposición dos camerinos, uno grande con suelo enmoquetado, mesa, sofá, sillas y muebles para maquillaje y peluquería, y otro más pequeño, al lado del escenario, en el que realizará los cambios de vestuario. El más grande, además, tendrá baño completo incluido (con ducha).
Y llegamos al punto del cátering, nuestro preferido. Todos queremos saber qué come Isabel cuando actúa y ahora ya lo sabemos: jamón de bellota Cinco Jotas y caña de lomo. Además queso, pero no le vale cualquiera tiene que ser Flor de Esgueva. En el campo de la bebida, agua, mucha agua. Cuatro litros de mineral sin gas, y otros cuatro con burbujas. Más dos litros de zumo, botellines de agua y hasta una botella de vino. Por ningún lado figuran las hamburguesas con patatas que se comieron ella y toda su familia una vez terminó el concierto de la tonadillera en Aranjuez.
Para pasar esos días en Viña del Mar, Isabel ha pedido ser instalada en un hotel 5 estrellas, en una habitación tipo suite con cama extra-grande y, atención, con balcón o ventanas que puedan abrirse completamente. Como veis, tras su paso por la cárcel son estos detalles son los que más echaba de menos. Y los ibéricos, claro.