El mito de Tita Cervera: de su ajetreada vida sentimental a su gran capacidad de influencia sobre el barón Thyssen

Un halo de misterio envuelve a la coleccionista de arte, que a principios de los noventa se encargó de impulsar la llegada a España de la colección Thyssen

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Tita Cervera
Gtres

Carmen y Sabina Thyssen, las hijas mellizas de Carmen Cervera, que hace unos meses alcanzaron la mayoría de edad, han inaugurado el 2025 concediendo una amplia entrevista. Y entre otras cosas, aprovecharon la ocasión para hablar de sus ilusiones y del legado de su progenitora, considerada la coleccionista de arte más astuta del mundo. Corría el año 2006 cuando la viuda del barón Thyssen, más conocida como Tita, recurrió a un vientre de alquiler para aumentar la familia. Entonces contaba 63 años y tenía un hijo veinteañero, Borja Thyssen, que estaba a punto de casarse con la modelo catalana Blanca Cuesta.

El joven vino al mundo en julio de 1980, poco antes de que Tita clavara su mirada en el hombre que le permitió dar el salto a la alta sociedad. Se trataba del barón Heini Thyssen, descendiente de una de las familias más ricas de Alemania y 22 años mayor que ella. El holandés era doctor cum laude en casamientos y divorcios. Aunque Tita tampoco iba a la zaga a este respecto, porque en 1965 se casó con el actor Lex Barker, de quien se estaba separando cuando la estrella de Hollywood murió de un infarto fulminante, y en 1975 hizo lo propio con el playboy y productor venezolano Espartaco Santoni, que prometió convertirla en una estrella de cine pero le acabó dando más disgustos que guiones de películas.

Después de aquello tuvo un romance con Manuel Segura, que trabajaba como subdirector en una agencia de publicidad. Pero el pobre hombre no era del agrado de su suegra, que al parecer educó a Tita para que fuese famosa y cazase a un millonetis. Fue mientras esta historia estaba a punto de llegar a su fin cuando Tita se quedó embarazada. "El niño tenía siete años cuando Tita nos reunió en Marbella a Heini [Thyssen], el niño, ella y yo y le dijo: ‘Borja, Manuel es tu papá. Tienes dos papás y tienes mucha suerte de tener dos papás, uno rico y uno guapo”, confesaría luego Segura, fallecido en 2020. 

 

Tita y el barón Thyssen
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Cómo surgió el romance

Siempre se ha dicho que Heini y ella se conocieron en Cerdeña en 1981, en una cena con amigos comunes, y que lo suyo fue amor a primera vista. Aunque algunos allegados a la catalana aseguran que en realidad se conocieron cuando ella salía con Kirk Kerkorian, mandamás de la industria del cine, y que tampoco es cierto que nuestra protagonista sintiera un flechazo instantáneo. En cualquier caso, en agosto de 1985 se casaron por lo civil en la localidad inglesa de Moreton-in-Marsh —el barón adoptó a Borja antes de la boda—.

Gracias al enlace, Tita pasó a ser una de las mujeres más ricas de Europa. Y es que el barón poseía una de las colecciones privadas de arte más importantes del mundo, además de contar con avión privado y un puñado de mansiones repartidas en distintos países. Al casarse con él, la catalana alcanzó la estabilidad emocional y el nivel socioeconómico que no había podido obtener con sus anteriores parejas. Y el holandés, que entonces estaba en el otoño de su vida, presumió de haber encontrado una mujer capaz de comprenderlo en los momentos más complicados. 

"Mis anteriores mujeres han tenido en el momento final de mi matrimonio un denominador común: la falta de fidelidad y una difícil convivencia. No sé si habré sido yo el culpable de algo, tal vez por atenderlas poco, puesto que estaba muy volcado en los negocios y mis empresas. Pero lo que debo decir es que a mis mujeres les he dado siempre todo y he hecho que ellas se sintieran halagadas e importantes en todo momento", contaría el propio Heini, quien hizo del arte la gran pasión de su vida y, según cuentan, entristecía si no compraba un cuadro a la semana.

Una gran determinación

En un primer momento, Heini pensó en crear un museo en Suiza. Llegó incluso a encargar el anteproyecto al arquitecto James Stirling. Pero el proyecto no salió adelante por falta de financiación y el barón comenzó entonces la búsqueda internacional de una sede. "Ni la familia de Heini ni las autoridades financieras suizas ayudaron", comentó al respecto Guillermo Solana, director artístico del museo Thyssen. "Así que tuvieron que buscar una solución fuera de Lugano. Y hubo todos esos concurrentes, incluyendo al gobierno británico y un museo alemán, y fue la Fundación Getty la que estuvo más cerca. Lo decisivo fue la intervención de Tita, que convenció a Heini de que la colección se disolvería como parte del Getty, mientras que en España se conseguiría un trato que la conservaría in saecula saeculorum”.

Efectivamente, Tita fue la persona clave para conseguir que la colección de arte de su marido acabara viajando a España, donde el Estado aprobó en 1993 la compra de la colección Thyssen-Bornemisza, por 44.100 millones de pesetas. “La gran jugada del Gobierno español fue ofrecerle para albergar su colección el Palacio de Villahermosa, a cien metros del Prado", aseguró el periodista Andrés Fernández Rubio. "Él sabía que los cientos de miles de visitantes de uno de los museos más extraordinarios del mundo acabarían cruzando la calle para no perderse el Museo Thyssen”.

El barón, fallecido en su casa Mas Mañanas en la madrugada del 27 de abril de 2002, llegaría a comentar que sintió una gran satisfacción al pensar que el Museo Thyssen estaba llamado a convertir Madrid en una de las capitales mundiales del arte. Y también dijo que fue plenamente feliz al lado de su esposa, que dio el do de pecho cuando su salud flaqueó y también cuando el interfecto experimentó una serie de problemas con sus hijos mayores y sus exesposas.

"Juntos también modelaron su imagen", escribió la periodista Silvia Cruz Lapeña. "En vida del barón Tita fue el freno que impidió que ninguno de los escritores profesionales contratados acabara una autobiografía que se publicó 12 años después de morir el magnate. De ese modo, Tita fue la única viuda del noble y también la única editora de esas memorias, donde la catalana es la única de las esposas de Heini que sale bien parada".