Tamara Falcó está en una de las etapas más emocionantes de su vida a todos los niveles. Laboralmente está mejor que nunca y está creciendo mucho tanto en su carrera en televisión como de influencer, ha cumplido su sueño de matricularse en la prestigiosa escuela de cocina Le Cordon Bleu y ahora es oficialmente marquesa de Griñón. Además, le sonríe el corazón gracias a Iñigo Onieva y está en una etapa de tranquilidad familiar feliz con su madre, Isabel Preysler, sus sobrinos y hermanos. Solo vive con el dolor de la pérdida de su padre, Carlos Falcó, hace menos de un año a causa del coronavirus, aunque lo tiene muy presente cada día.
"La gorra era un complemento que siempre utilizaba mi Padre. Me encanta para el campo, me recuerda a él y su sencilla elegancia", ha escrito Tamara Falcó en su última publicación de Instagram junto a un carrusel de fotografías, muy bonitas, en las que aparece junto a sus perros en el campo. Ahora, Tamara Falcó trabaja en los vinos que su padre elaboraba y esa gorra le acerca a esa parte del recordado marqués de Griñón que a ella le fascinaba y sigue fascinando: "Hoy esta gorra también es parte de su artesanía".
Las emociones contradictorias se agolpan en el corazón de Tamara Falcó. Han sido unos meses duros de tristísimas pérdidas, pero también ha sido una etapa en el que ha podido desprenderse del apellido "hija de...". Tamara Falcó se ha reafirmado como una de las 'influencer' más reputadas, estrella mediática y se ha enamorado, pero no quiere dejar atrás su esencia.
La hija de Carlos Falcó e Isabel Preysler es actualmente en la VI marquesa de Griñón, un título que lleva por bandera sobre todo por lo que significaba para su progenitor, al que no quiere dejar de recordar con gestos como este, que se han convertido para ella en su nuevo estilo de vida.