Susanna Griso sigue siendo la misma periodista de raza que hace años salió de la facultad de Ciencias de la Información. Con las ganas intactas de informar y de estar dónde la noticia la requiere. Por muy arriesgado que esto sea. Y si esto supone marcharse a una isla donde un volcán ha erupcionado, como ha ocurrido en La Palma, ella hace la maleta y, sin miedo, realiza ‘Espejo Público’ desde Canarias.
Cuando aún estamos conmocionados por las imágenes de la erupción de Cumbre Vieja, Susanna Griso lo está viendo con sus propios ojos. Ella está siendo testigo de esta brutal actividad volcánica que ha paralizado la vida de tantas personas que han visto cómo la lava destrozaba sus casas, los campos de cultivo de una de las zonas más fértiles de la isla y acababa con sus trabajos. Un estado de emergencia único que pocos pensaron vivir. “Una situación caótica y dantesca. No hay palabras para calificarlo”, contaba una de las personas afectadas que se ha visto obligada a tener que decir adiós a todos sus enseres.
Micrófono en mano, Susanna Griso ha querido preguntar a los principales protagonistas de la noticia: los palmeros. Con frío, casi temblando, por la humedad de la zona, la periodista se ha interesado por cómo han vivido lo sucedido, pero, sobre todo, por cómo afrontan ahora su nueva realidad. “Cuando pasen las coladas de lava, la tierra seguirá emanando calor, ahí no se puede cultivar nada en meses ¡ni en años!”, contaba, queriendo hacer partícipes de la magnitud de lo sucedido a su audiencia.
A pesar de que la actividad ha seguido desde el plató de ‘Espejo Público’, Susanna Griso sabía que su lugar estaba en el epicentro de la noticia, la isla de La Palma; y, aunque ha vivido algún que otro momento de miedo, como cuando ha empezado a escuchar más fuerte ‘el rugido’ del volcán, “ahora se le escucha más fuerte” debido a la subida de la lava, la periodista ha querido volcarse con las familias que han perdido todo y convertirse en el altavoz de lo sucedido para que nadie se olvide de ellos.