Isabel Pantoja, desde que llegó a Supervivientes, vive en una montaña rusa. Subidas y bajadas emocionales que se traducen en continuos intentos de abandono frenados con éxito por parte de la organización. Estos ‘frenos’ suelen ser vistos por parte de sus compañeros y compañeras como tratos de favor, y la audiencia así lo corrobora. Ayer, Violeta estalló al ser testigo de uno nuevo gesto de la dirección con la tonadillera.
Isabel ayer estaba muy nerviosa y quería renunciar. Pensaba que lo mejor para ella era regresar a España, al lado de los suyos, especialmente de su madre. A pesar de que todos le han dicho que doña Ana está bien, dentro de lo delicado de su salud, ella siente que debe volver para estar con ella. Carlos Sobera, conductor del programa de los martes, la calmó diciéndole “Cada esfuerzo que haces por permanecer, te engrandece” y le recordó que su familia, y especialmente su madre, “estaban bien”. “Nuestro respeto y admiración”, terminó diciéndole.
Pero lo que hizo enfurecer al resto de supervivientes fue que Isabel pudiera recibir el mensaje de su hija, que estaba en directo en plató. Las dos pudieron entonces intercambiar una rápida conversación, “Isabel, que te quiero, mi vida. Dale un beso a tu hermano”, a lo que la hija respondió, “aguanta, que te quiero”. Palabras que fueron un soplo de aire fresco para la artista.
Violeta se enfadó muchísimo con lo que acababa de ocurrir y pidió hablar con su madre. Y con su madre no, porque no estaba, pero Carlos sí le concedió a su hermana que le mandara unas palabras de aliento.