Este jueves 'Supervivientes 2020' llegaba a su fin con Jorge Pérez como ganador de la edición más extrema y larga de la historia. Sin embargo, hay más triunfadores entre sus compañeros. Su gran amiga Elena ha cumplido con creces el objetivo por el que aceptó vivir esta aventura, la madre de Adara ha dejado en Honduras un lastre importante y vuelve con la convicción de disfrutar de la vida al máximo. Pero si hay alguien a quien le puede cambiar radicalmente la vida esa es Rocío Flores.
La joven aceptaba su tercer puesto con una sonrisa pero no puede evitar sentir miedo de enfrentarse a la realidad tras cuatro meses incomunicada. La hija de Antonio David Flores reconocía, entre lágrimas, que 'Supervivientes' había marcado un antes y un después en su vida: "Tenía que creer en mí un poco más, estoy muy agradecida y me voy muy enriquecida", explicaba.
Pero si hay un 'premio' con el que verdaderamente sueña Rocío es el de poder reconciliarse con su madre, Rocío Carrasco, tras siete años distanciadas. La joven hizo público el temor que siente al enfrentarse a la realidad y así se lo confesaba a Jorge Javier Vázquez cuando este le preguntó qué le gustaría que le pasara en el exterior: "Me da miedo enfrentarme a la realidad. Somos personas que estamos muy expuestas, mi familia es polémica... ya lo sabes... no lo voy a decir", afirmaba sin poder dejar de llorar.
Si algo ha marcado el concurso de la nieta de Rocío Jurado es la relación con su madre. Rocío Carrasco no ha salido de la cabeza de su hija en ningún momento y es que lograr ese ansiado acercamiento sería el verdadero premio de su vida y el gran reto al que se enfrenta de ahora en adelante.
Parece que la pelota se encuentra en la pista de la madre que, aunque públicamente aseguró que no tenía intención de ver el concurso, ha recibido tintes de la buena actuación de su hija mayor en Honduras.