“No te puedes hundir, eres el cascabel del grupo”, le decía Francisco a su inconsolble compañero en Supervivientes. Pero sí podía. El Maestro Joao se había hundido tras la visita de un familiar. Pero no era el que él hubiera querido.
El pasado domingo, Joao se abrazó con gran efusividad a su sobrina, que había viajado desde España para reunirse con él. Pero él, en realidad, esperaba a otra persona, esperaba a su chico. La pareja del adivino se ha mantenido en un discretísimo segundo plano, y poco se sabe de él. Él no ha deseado acaparar el foco y ha dejado brillar, en solitario, a su novio, que se ha convertido en una de las grandes revelaciones del concurso, ganándose no solo el favor de la audiencia, sino también de sus compañeros que le quieren y respetan.
“Estás decepcionado, ¿verdad?”, le decía Francisco. Ante él, el rumpólogo se venía abajo y sus compañeros, uno a uno pasaban a darle ‘el pésame’ por la visita que peor había pensado el concurso. Nunca ver una sobrina había producido tanto drama. Pero era normal, las suyas eran las lágrimas de la desilusión. Ansiaba vivir un reencuentro al más puro estilo María Jesús y Julio Ruz en la playa, pero se ha quedado en eso, un simple sueño.
María Jesús, una de sus incondicionales, le abrazaba. Su amigo estaba roto y trataba de animarlo. Sergio también se compadeció de él: “no llores, dentro de cero coma le verás y volveréis a estar juntos”, él le agradecía los ánimos, “hombre, para una vez que soy yo quien te puede dar consejo a ti, cuando siempre eres tú quien lo hace conmigo…”. El joven influencer ejercía, por vez primera de auténtico influenciador en la vida de su compañero.
Queda solo un mes para termine la aventura, como viene a decir Carvajal, por lo que en escasas semanas, Joao podrá hacer realidad esa fantasía de volver a abrazar a su amor.