¡Hogar, dulce hogar! Después de meses en Honduras afrontando las inclemencias del clima tropical, las terribles picaduras de insectos y una convivencia que desgastaría incluso a la persona más paciente, Sofía Suescun se imponía en la final de 'Supervivientes 2018' y se hacía con el abultado premio del reality: un cheque de 200.000 euros. Los primeros días después de aterrizar, Sofía los ha pasado en Madrid, aprovechando el tirón de ser la flamante ganadora del programa. La música de las mediáticas fiestas ha dejado de sonar, la bebida se ha acabado y el confetti ya se ha recogido del suelo. Una vez acabado el subidón, Suescun ha podido disfrutar del silencio y la cama del camino de vuelta a casa.
Pamplona la esperaba con la mayor de las sorpresas: el cariño de sus fans y, sobre todo, de su madre, Maite Galdeano. Ella, que nunca ha dudado que su hija iba a poder con todos los obstáculos y las adversidades, y que iba a llegar ganadora de la edición más exitosa de 'Supervivientes'.
La concursante de realities ha mostrado a través de su 'stories' de Instagram los regalos y detalles con los que le han demostrado lo orgullosos y contentos que están por ella. Flores, paquetes envueltos en papeles vistosos, cartas cuidadosamente decorados con su nombre... han conseguido que Sofía olvide todos las preocupaciones que le genera su relación con Alejandro Albalá y sus broncas con Logan y Hugo.
Pero si algo ha hecho derramar lágrimas de emoción a Suescun ha sido poder volver a achuchar a sus perros y gatos. ¡Cuántisimo ha echado de menos verse rodeada de tanta suavidad y el cariño incondicional de sus mascotas, a las que adora!
Maite, que la conoce como nadie, aún tenía una sorpresa preparada para ella. ¿Qué puede hacer más feliz a una auténtica guerrera que acaba de llegar a casa tras una ardua batalla? Pues su comida favorita. Nada de platos elaboradísimos y sofisticados. Galdeano ha hecho a su hija la mujer más feliz del mundo con un vaso de leche con cacao y galletas. Dicen que los pequeños gestos y en los detalles cotidianos reside la felicidad. No cabe duda de que, en el caso de Sofía Suescun, es así.