"Si me quedo para vestir santos, los vestiré de Lacroix"

Tamara Falcó
Gtres

La conversión religiosa de Tamara Falcó (32) no es un secreto para nadie. Que si el Papa es la pera, que si lleva agua bendita en un pulverizador, que si Jesucristo es el único hombre en su vida…

La sucesora natural de Isabel Preysler es consciente de que a muchos les cuesta entender que la misma mujer hable de zapatos y bolsos de lujo con la misma naturalidad y desparpajo con los que recita los diez mandamientos o interpreta los misterios de la fe. Tal vez es que nunca le han preguntado por qué una joven que apenas rebasa los 30, que era carne de fiestas y champán, necesitaba encontrar la fe.

¿La religión te ha cambiado la vida? ¿Estás mejor?

Estoy millones de veces mejor de lo que estaba antes. No lo puedo empezar a describir.

¿Pero qué te pasaba? ¿Tenías demonios que acallar?

Todo el mundo tiene sus demonios. Yo también. Aunque soy joven, he tenido una vida muy movida. Por primera vez he empezado a combatir esos demonios, a llenar mi soledad con algo bueno.

¿Soledad?

Sí. Soledad. Yo siempre he notado que iba a una fiesta que me apetecía un montón, con un vestido ideal, que me lo pasaba genial, pero terminaba y ya está. Tenía la sensación de que tenía que haber algo más. Que la vida era algo más. Me entretenía, pero no me llenaba. No me daban energía, y yo necesitaba recargar pilas. De repente, me encontraba de subidones y de bajones, de euforias a depresiones. Y resulta que tenía alma. Tenía alma y no lo sabía, no le hacía caso a mi alma. Estaba totalmente confundida. Entonces es cuando empiezo a seguir la lectura de la Biblia, a rezar el Rosario, y enseguida empecé a encontrarme mejor y mejor.

Pero tú siempre has sido una niña bien y de rezar.

Sí, pero no conocía a Cristo. No conocía a Dios que se hizo hombre ni a la virgen María que es mi madre. No les conocía.

¿Todo estaba escrito?

Bueno, Dios decidió que naciera en la familia en la que he nacido y también decidió cuándo iba a estar lista para esta nueva vida. Yo era una niña muy rebelde, estaba totalmente cegada, y me tenía que dar de narices. Ojalá Dios me hubiera encontrado antes, me he hecho tanto daño.

Hablamos de amor a Dios. Y el amor de un chico, ¿qué?

Siempre he tenido novio. Siempre he estado en pareja, pero para enamorarme de Cristo tenía que estar sola. Cuando estaba en pareja, el chico se convertía en el epicentro de mi vida.

¿Entonces?

Mi director espiritual dice que la persona con la que vaya a estar me la pondrá Jesús en el corazón. Él tiene un plan y tiene sus tiempos.

¿No me dirás que te vas a quedar para vestir santos?

No lo sé. Es muy difícil que algún hombre me ame de la forma con que me quiere Jesús. Pero hoy por hoy tampoco me veo en un convento.

¿Y si finalmente te quedaras para vestir santos?

Jo, pues los vestiría con un Lacroix.

Sorprende cómo adaptas la religión a tu vida, con el agua bendita en un pulverizador, por ejemplo.

Lo que me resulte más cómodo. Dios nos ha hecho a todos distintos y nos quiere a todos igual, aunque yo haga esas cosas.

¿Y cómo haces para ir a misa todos los días?

Me he bajado un app en el iPhone que es ideal. Te dice las iglesias que tienes alrededor de donde estés en cualquier momento y la hora de los oficios. Muy total. Así puedo ir a ver a mi Padre todos los días, que he estado más de veinte años sin hacerlo.

¿Te importa lo que piensen los demás de ti?

Creo que a la mayoría les caigo bien, que les soy simpática.

Y que eres pija.

(Risas) Muy pija.

¿Por qué será?

Porque le doy mucha importancia al detalle.

¿Qué clase de detalles?

Todos. Me gusta el capuchino con el cacao en forma de corazón y cosas así. Yo me entretengo en ese tipo de cosas mundanas y estúpidas pero que a mí me hacen la vida más agradable y mejor. Son súper innecesarias. Caprichos tontos en los que no debería caer, pero caigo continuamente. En un viaje a Nueva York me traje muchísimas cosas para las uñas, ‘esto para las cutículas, esto para el brillo, esto porque tiene el doble de keratina y no sé qué vitamina D’. Cuando se lo conté a la esteticién me miraba como si fuera tonta porque yo llevaba las uñas terribles. Ya lo sé, le doy una importancia a lo material que no la tiene.

Tampoco hay que fustigarse…

Es que lo disfruto mucho pero sé que no tienes que tener el corazón en esas cosas, pero también se agradecen ¿no? Si hay que tomar un café prefiero tomarlo en un sitio agradable, no tengo necesidad de que sea un lugar terrible. Eso es. Un café es un café, pero aunque sea una banalidad, para mí tiene un significado mayor.

¿Eso lo has aprendido en casa?

Mi madre tiene mucha atención al detalle si es a lo que te refieres. Mi madre es un modelo a seguir. En todo, en tener la casa bonita, en buscar y encontrar regalos ideales o con los menús.

¿En qué no os entendéis?

En el plata y el dorado, por ejemplo. Ella no lo soporta y a mí la combinación me chifla. También me gusta mezclar lo más clásico con lo más moderno o los colores de distinto tono. Mi madre es de las que si pone una figura en un lado, en el otro pone otra; si pone una planta aquí, pone una planta allá. Yo soy más desorden. De desorden ordenado. Otra cosa: a mí las plataformas me han encantado desde el principio. Y a ella le han horrorizado también desde el principio. Pero mi madre también es muy adelantada a su tiempo. Ella se pone cosas que otras mujeres de su edad no y, al mismo tiempo, hace cosas normales de madre. No se pone unas mechas californianas, por ejemplo.

¿Cómo encajó ella tu conocimiento de la fe?

Mi madre tuvo una educación muy católica y cuando se lo conté me dijo que de Jesús no iba a aprender nada malo.

¿Pero no se asustaron ella o tu padre de que te estuvieras metiendo en algo raro o que te estuvieran perdiendo?

En mi vida, la religión, se ha convertido en lo más importante y eso para mis padres sí que resultó sorprendente, pero no les molestó, no les causó rechazo.

Tamara, te escucho, y a veces creo que estoy viendo una película de Semana Santa. ¿No queda nada de la anterior Tamara? ¿Un vicio, algo?

¿Vicios? Estoy llena. No podría escoger tan sólo uno. Mira, por ejemplo, el ayuno me cuesta horrores. Me dijeron que tenía que tomar pan y agua y yo decidí que lo iba a hacer con pan y té. Pero con el té earl grey me comía cinco barras. Así que he cambiado por té y manzanas verdes.

¿Ayuno, Tamara?

Es que muchos males sólo se van con oración y ayuno y ¡uf!

¿De qué males te arrepientes?

Pues de las manzanas verdes me arrepiento muchísimo. ¿Tú sabes la cantidad de azúcar que tiene la fruta? ¿Y lo que engorda? Además, lo más importante en la vida de un cristiano es levantarse tras caerse. O sea, que el problema no es caer, es no levantarse. El que va a misa no es porque no sea un pecador, peca como todo el mundo, pero somos más conscientes de nuestros pecados y pedimos perdón por eso. Yo me caigo continuamente.

Y das gracias a Dios...

Sí, y le doy gracias por mi familia. Vale que no he tenido una familia común, sino con separaciones, pero he tenido mucha suerte con mis padres y mis hermanos.

A veces suena a que intentas evangelizarnos...

Es que Jesús es mi amigo, ¿por qué no voy a hablar bien de él? Si me ha dado tanto amor, ¿por qué lo voy a ocultar? ¿Por qué me voy a avergonzar? Si voy a misa todos los días, ¿por qué no lo voy a decir?