"Soy un torbellino”. La frase sale propulsada entre carcajadas de la amplia y sincera sonrisa de Shaila Dúrcal (36). Irradia dulzura con sus gestos y con su voz, pero en el momento en que se sumerge en la sesión de fotos, se pone en ‘modo trabajo’ y le cambia la expresión corporal: no para de observarlo y supervisarlo todo. Le sale la vena fuerte y resolutiva que le viene por herencia. Se da el gusto de embelesarse con la bella panorámica que se ve desde el Tibidabo de la ciudad de Barcelona, su nuevo hogar desde que es jurado en ‘Tu cara me suena’ (Antena 3). Pero solo un instante. Para ella no existe la opción de parar por mucho tiempo. Da la sensación de que así controla la tristeza del recuerdo y mantiene alejada la cara amarga de la Navidad. La que trae a su memoria las ausencias y las brechas familiares que empezaron a abrirse hace ya casi diez años. Porque desde que murieron sus padres, Rocío Dúrcal y Antonio Morales ‘Junior’, estas fechas “duelen” y “mucho”. Sí, la propia Shaila sabe que “ya nada volverá a ser igual” pero, con madurez, asume que el tiempo lo acomodará todo, incluso esa distancia que parece insalvable entre ella y las personas que han sido tan importantes en su vida.
¿En qué punto se encuentra tu relación con tus hermanos?
Está todo muy bien. Están centrados en sus hijos, que cada vez están más grandes. Mis sobrinos son la leche.
Christian, el grande, los mellizos, la pequeña de mi hermano... Yo soy la tía que les consiente todo. La tía ‘guay’ [risas]. Porque mis hermanos son más estrictos incluso que mi padre.
Al final, de los tres hermanos que sois, la única que decidió seguir la senda musical fuiste tú…
Ellos vivieron esto más de pequeñitos, lo pesado que era la vida de artista... Y eso les hizo decidirse por otros caminos. Yo tenía cuatro años cuando ellos ya estaban haciendo giras por Japón, Brasil, México... Mi padre los sacaba constantemente del colegio y también suponía estar lejos de mi madre… Eso yo lo llevé mejor, porque me lo tomaba como un juego: cuando volvía mami de sus giras, la íbamos a buscar al aeropuerto y todo mi empeño era abrir sus maletas y ver los regalos: era mágico...
“Mis amigas están todo el día mostrando su panza. No puedo con ese rollo y de momento no quiero hijos”
Y viendo todo el sacrificio que supone la vida de artista, ¿a ti nunca te echó atrás?
A mí no, porque empecé más tarde. Mi padre no me dejó ser artista hasta que terminé de estudiar. Yo a los cuatro años ya veía que esto era para mí. Vi con mi madre lo bueno y lo malo de este mundillo y no se me quitaron las ganas. Cuando me llegó la oportunidad de hacerlo, nunca lo solté. Sacrificas la vida familiar, es complicado conciliarlo todo y necesitas a alguien que te apoye. En mi caso, mi suegra es un gran apoyo. Mi segunda mami.
¿Cómo está el tema de la casa de tus padres en Torrelodones? Le pesaba un embargo sobre un tercio de la propiedad…
Eso va muy poco a poco y ya veremos... Yo estoy desentendida del tema y es mi hermano el que lo lleva todo.
En marzo de este año se cumplirán diez años desde que tu madre Rocío Dúrcal ya no está. ¿Vais a reuniros y a organizar algún homenaje?
No vamos a celebrarlo. No estoy para homenajes. No es bonito, es algo jodido. Cada uno lo llevaremos a nuestra manera y de forma íntima. Quizá lo compartiré de alguna forma con los fans, puede que publicando alguna foto suya, porque ellos te dan mucho apoyo.
Tu madre era vuestro ‘pegamento’…
Se ha desintegrado todo, aunque sé que, con los años, vamos a ir acomodándonos.
¿Aún hablas con ella?
Siempre. Cuando la necesito, le pregunto qué debo hacer. Es importante para mí, para sacarlo todo…
Pero tú te encuentras bien…
Yo sí. Estoy perfecta de salud y de todo.
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