¿Qué es lo más feo que se le puede hacer a un amigo? Probablemente hablar de él a sus espaldas o irse de la lengua con un tema que él te ha pedido que guardes bajo secreto. Eso está feísimo, de acuerdo, pero y si, además de contarlo, te lucras con ello, entonces hablamos de verdadera traición. Y si que con lo que comercias es con la imagen de un menor, apaga y vámonos.
Esto le ha ocurrido a Ryan Reynolds, quien tras el nacimiento de James envió algunas imágenes de la pequeña a sus familiares y amigos más íntimos. Solo lo hizo a su círculo de confianza porque pensó que no lo venderían a la mínima de cambio. Qué equivocado estaba. El actor ha desvelado la ‘anécdota’ a la edición estadounidense de QG. Esta decepción le ha hecho replantearse muchas cosas.
“Un chico al que conozco de toda la vida, con el que he crecido, quiso vender las fotos de mi bebé. Esto me hizo atravesar un periodo duro. Pasé unas cuantas semanas mal”. No es de extrañar. Alguien en el que él confiaba, lo vendió (literalmente) por un suculento cheque.
Tanto Ryan con Blake han querido que todo lo que respecta a su hija permanezca en la más estricta intimidad. El nombre de la niña no lo revelaron hasta pasados meses y de su nacimiento parecía que no había fecha exacta. Igual ocurrió con su boda secreta. Todo lo que respecta a su vida familiar queda protegido y al margen de su vida pública como actores.
Volviendo al tema de la traición, cuando el intérprete de ‘Burried’ se enteró de que su amigo planeaba vender una exclusiva a su costa, se sintió como si ‘lo mataran’. Normal, le estaban clavando una profunda cuchillada a su espalda. Asegura que tras saberlo, lo llamó y ambos mantuvieron una conversación que no fue nada agradable. “Nunca más le hablaré”. Y así Reynolds dictó sentencia final.