Con tan sólo tres proyectos televisivos, este cubano, con mente de ingeniero, físico de modelo y clara mirada de actor, está arrasando en la pequeña pantalla. Pero, ¿cómo llegó hasta aquí?
Rubén dice que se siente ciudadano del mundo aunque nació en Cuba. Concretamente, fue el 6 de octubre de 1984, en la Isla de Juventud, bajo el nombre de Jorge Rubén Cortada Soto. Al principio, no tenía muy claro lo de ser actor y tomó otros derroteros. Criado en el seno de una familia humilde, pudo estudiar gracias a las becas. Primero, bachillerato en la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin, conocida popularmente como ‘la Lenin’. Y, luego, Ingeniería Mecánica en la Cujae, el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de La Habana. Pero, a medio trayecto, cambió de rumbo de forma radical gracias a un espléndido físico que, además, había potenciado compitiendo en el mundo del tenis hasta los 15 años.
“Yo estaba becado e iba para ingeniero. Comencé a trabajar como modelo para ganar dinero y, a mitad de carrera, en segundo año, decidí viajar y me fui encontrando con la vida”, recuerda Rubén. A partir de aquello, se volcó en el mundo de la moda (no sólo como modelo, sino que también ha probado como fotógrafo en alguna ocasión) y empezó a vivir entre Cuba, España y Estados Unidos. Posó para firmas como Roberto Verino, Jean Paul Gaultier, Guess!, Custo, Calzedonia o El Corte Inglés, entre otras. Y, progresivamente, fue redirigiendo sus pasos: “Moda y dinero iban de la mano y no iba a decir que no. Me dio mucho fondo, tuve que salir de algunas situaciones yo solo en las que no tenía un duro ni a papá y mamá para solucionarme las cosas. Poco a poco, me fui apasionando por la interpretación. Sobre todo, a través de la literatura. Leí mucho de dramaturgia y, de ahí, se aprende mucho”.
Sus primeras experiencias como actor fueron un par de obras de teatro en Cuba de la mano de Humberto Rodríguez. Luego, se preparó con el maestro argentino Fernando Piernas y, ya afincado definitivamente en España y reconocido como modelo del año por un par de instituciones, fue haciendo pruebas hasta que surgió su primera oportunidad televisiva: ‘Bandolera’ (2011-2012), la serie de Antena 3 en la que daba vida a Jorge Infante, un seductor que llegaba a la vida de Sara (Marta Hazas) sin demasiadas buenas intenciones.
Rubén simultaneó el rodaje de esta serie con ‘El tiempo entre costuras”, de la misma cadena, que no se emitió hasta 2013. En este proyecto, era Ramiro Arribas, el gran amor de Sira (Adriana Ugarte), a quien abandonaba endeudada y locamente enamorada.
Y, finalmente, ‘El Príncipe’, de Telecinco, serie en la que interpreta a Faruq Ben Barek, un malvado narcotraficante, y con la que ya nadie pone en duda su valía interpretativa a pesar de que él todavía no se considera actor con mayúsculas. “Yo no me llamo todavía actor. Una vez que entras y ves la profundidad que tiene esto, todo lo que te tienes que leer para poder prepararte de la forma en que se preparan los grandes, tú te das cuenta de que todavía no eres nada. Pero trabajando se aprende”, dice Rubén. Poco a poco, ha ido puliendo su acento con ayuda de Concha Doñaque para no quedarse encasillado en el mismo tipo de papeles y sigue formándose; motivo por el que, de momento, no tiene intención de regresar al mundo de la moda: “Me han seguido llegando opciones, pero prefiero no faltar al curso que irme de viaje.”
Por ahora, no ha trascendido ninguno de sus amores, salvo los rumores que lo relacionan con la actriz María Guinea, que, precisamente, encarna a su mujer en su última ficción televisiva. “Tenemos una relación buenísima, pero nada más allá”, ha declarado María, quien ha explicado que se conocen desde que ella tenía 16 años cuando coincidieron como modelos en una sesión de fotos. Sea como sea, lo que está claro es que ofertas sentimentales no le deben faltar a este actor, que se define como inquieto, curioso y tímido: “Claro, no lo entregas todo a la primera”, y que está considerado como uno de los más atractivos y deseados del panorama actual.