Rosa López torturada por la culpa y los complejos

Rosa ha logrado el éxito, ha estilizado su figura, pero jamás ha superado la culpa por avergonzarse de sus orígenes

‘OT. El reencuentro’ ha puesto de manifiesto la fragilidad personal que aún padece Rosa López, quince años después de ganar el concurso de talentos más visto de la historia. Sus lágrimas evidencian el sufrimiento personal por el que ha tenido que pasar para superar su múltiples complejos y poder comenzar una nueva vida sin la influencia de una familia muy protectora que provocó su ristra de inseguridades: “Cuando entré en ‘OT’ tenía 20 años pero mi cabeza era de 13. Solo tenía miedo, no sabía qué iba a pasar con mi vida, sólo sabía que no estaba preparada ni emocionalmente, ni psicológicamente, ni físicamente, ni culturalmente. No estaba preparada para nada. No había por dónde cogerme”, recuerda Rosa entre lágrimas. La ‘triunfita’ salía de casa por primera vez y lo hacía para ir a un concurso.

Las dos vidas de Rosa

Pasó de depender para todo de su clan a convertirse en un fenómeno de masas en un trimestre. Su familia la acompañó hasta el casting del programa: “La organización me pagaba el avión pero mis padres me dijeron que no me dejaban sola. Mi padre puso unos colchones en la parte de atrás de la furgoneta y se fue al Lidl, ya ves, el supermercado más barato, compró fiambre, pepsis de dos litros y yogures. Javi, mi hermano pequeño, forró las ventanas con papel ahumado para que nadie nos viera durmiendo dentro”, recordaba Rosa hace años.


Así era la joven de 110 kilos que llegó a las pruebas con 50 pesetas de saldo en el móvil y mil complejos. Encandiló a la audiencia con su afán de superación y su imponente voz. Sus humildes orígenes aún son espinas que se le clavan a Rosa en el corazón...

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