Dicen que después de la tempestad llega la calma y eso es lo que le ha ocurrido a Paloma Cuevas. Después de atravesar uno de los años más difíciles de su vida a consecuencia de la ruptura con Enrique Ponce y el consiguiente revuelo que se creó tras salir a la luz el romance del torero con Ana Soria, al mismo tiempo que la pareja se ha retirado de la vida pública, la empresaria cordobesa ha dado un paso al frente.
Paloma Cuevas ha recuperado la sonrisa. Volcada en su familia, amigos y compromisos profesionales, la hija de Victoriano Valencia está decidida a dar carpetazo a los malos momentos y disfrutar de los pequeños detalles que le regala la vida. Si bien en los últimos tiempos prefirió mantenerse alejada del foco mediático, ahora, con el divorcio ya firmado, ha recuperado su vida social y este martes acaparaba todas las miradas en la entrega de los Premios Telva donde coincidió con infinidad de caras conocidas entre las que se encontraba Pablo Alborán, premiado por su carrera profesional.
La empresaria, sencillamente espectacular, reaparecía con la elegancia que siempre le ha caracterizado con un diseño de color rojo y escote joya que se ceñía a la perfección a su silueta firmado, como no podía ser de otra manera, por Rosa Clará.
Aunque prefiere no hablar de Enrique Ponce, el exmatrimonio mantiene una relación cordial por el bienestar de las dos hijas que tienen en común. Eso sí, su entorno más cercano asegura que Ana Soria es un tema tabú para ellos.
Por su parte, el torero, que anunciaba su retirada de los ruedos el pasado mes de julio, lleva una vida de lo más relajada en Almería junto a la joven estudiante y viaja a Madrid siempre que quiere para pasar tiempo con sus dos hijas. A pesar de un inicio algo movidito en su noviazgo, la pareja ha encontrado esa estabilidad que siempre ha buscado y no pueden ser más felices.