El resurgimiento de Teresa Rabal tras una larga temporada de dolor y mala suerte

La actriz y cantante, que en 2017 sufrió un varapalo al perder a su marido, triunfó durante años con sus espectáculos dirigidos al público infantil y arrasó en las listas de éxitos

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Teresa Rabal
Gtres

La muerte de Eduardo Rodrigo en 2017 supuso un varapalo emocional para su viuda, Teresa Rabal (70 años). “Juntos, construimos una carrera y una familia que nos ha hecho muy felices durante estos 44 años. Fue un excelente padre, el mejor, un abuelo maravilloso y un marido excepcional, a quien siempre recordaremos con una sonrisa, por su generosidad y su sentido del humor, que le acompañó hasta el último momento. La vida con él fue siempre un regalo”, aseguró la cantante a través de un comunicado.

El músico y cantante argentino se instaló en España a principios de los setenta, y adquirió bastante popularidad tras ganar en 1972 el Festival de Benidorm con su canción 'A María yo encontré'. En aquel momento estaba todavía casado con su primera esposa, Marta Susana, de quien se separaría poco después. No tardó demasiado en conocer a la hija del fallecido actor Paco Rabal, que al principio se mostró algo receloso con su yerno, ni en convertirse en el productor del que fue su primer disco.

“Durante el noviazgo y los primeros años, Paco no se fiaba de mí, ya que me conocía de haber salido con él por ahí y creía que tenía fama de juerguista”, confesó una vez el argentino, que empezó a convivir con Rabal en septiembre de 1973, tras recibir la bendición del protagonista de 'Los santos inocentes', y se casó con ella en mayo de 1977 en la ermita de Cuesta de Gos, la pedanía murciana donde fueron enterradas las cenizas de Paco Rabal (trasladadas luego al cementerio de Águilas). “Nuestra boda fue inolvidable, porque se transformó en una especie de romería con más de mil personas que querían ver cómo nos casábamos”, recordaba Teresa Rabal sobre una fiesta en la que el mismísimo Antonio el Bailarín bailó para los novios.

La artista cumplió su deseo de ser madre el día que vino al mundo su hijo Luis Rodrigo. La criatura apenas tenía unos meses de vida cuando Rodrigo y ella comenzaron los trámites para adoptar otra, María, que nació en diciembre de 1984. Ya entonces Rabal había dejado a un lado una discreta carrera cinematográfica (que comenzó a los nueve años, con un papel en 'Viridiana' de Luis Buñuel, y le dio para rodar bajo las órdenes de Mario Camus o Jaime de Armiñán) para dedicarse plenamente a cantar y actuar para los niños. 

Un éxito inesperado

“Una compañía de discos de Barcelona quiso grabar un disco con canciones infantiles, pero luego pensaron que una chica de veinte años no iba a vender para los niños”, contó al respecto. “No creyeron en ello, y Eduardo [Rodrigo] y yo se lo regalamos a Unicef. Al año siguiente hicimos el 'Veo veo'. A los dos meses la compañía me regaló un brillante”. Siete millones de discos vendió en total la barcelonesa, por cierto.

Rodrigo y ella triunfaron con sus espectáculos dirigidos al público infantil, arrasaron en las listas de éxitos y recorrieron el país con un circo que no necesitó ofrecer números con animales para cautivar a los chiquillos españoles. Tantas galas hacían que Rabal llegó a tener callos en la mano del micrófono, y hasta se empeñó en montar el que sería el primer colegio ambulante de un circo. “Hubo un momento en el que teníamos cien familias a nuestro cargo, una barbaridad”, apuntó en el programa 'Lazos de sangre'. “Llegamos a tener un circo enorme. Pero, sobre todas las cosas, podía llevar a mis hijos conmigo. Eso valía la pena”.

También le compensó con creces su relación sentimental con Rodrigo, con el que derrochó cariño y complicidad tanto delante como detrás de las cámaras. “No somos una pareja que conozca la crisis, ni tampoco discutimos a menudo. Entre Eduardo y yo hay comprensión y respeto. Después de estos años creo que somos una sola persona. En mi familia siempre ha habido un gran espíritu de generosidad”, aseguró una mujer que en los noventa, cansada ya de tanta carpa, se animó a crear los Premios Veo, Veo, y se erigió como pionera en los concursos de talento en televisión.

Tiempos de escasez económica

Antes del estallido de la pandemia, Rabal cuidó de su marido, que cayó enfermo dos años antes de fallecer, al tiempo que sacó fuerzas de flaqueza para superar un cáncer de mama que llevó a que le extirparan un pecho. Por si fuera poco, también se vio agobiada por las deudas acumuladas durante la crisis. De hecho, optó por vender Villa Renata, la casa de 800 metros cuadrados (en la madrileña localidad de Alpedrete) en la que su familia y ella habían compartido penas y alegrías durante décadas. 

Se fue entonces a vivir con su madre, Asunción Balaguer, quien murió en noviembre de 2019 a los 94 años, y actualmente afirma disfrutar de la compañía de su hijo Luis en un piso ubicado en la localidad madrileña de Collado Villalba. “Lo he pasado muy mal hasta adaptarme a mi nueva vida, que no es la que yo quería”, confesó en una reciente entrevista con El Español. “No es que haya estado enclaustrada, porque tenía a mis hijos y mis nietos, pero no tenía vida propia. Desde hace un año he empezado a salir, he empezado a tener amigos otra vez y la verdad es que ahora me siento muy bien”.

Algo ha contribuido a la causa el apoyo de sus retoños, a quienes la artista consideró siempre “lo mejor” que le ha pasado en la vida, y de sus nietos. “Estoy encantada con ellos”, respondió cuando le preguntaron por sus hijos. “Ellos conocen mis defectos y yo los suyos, porque no hay secretos entre nosotros. En casa, cuando hay que reír, se ríe; cuando hay que llorar, se llora. La comprensión entre nosotros es fundamental. Les doy mucha libertad para que hagan lo que quieren en la vida”.

Proyectos ilusionantes

Pero si algo levantó especialmente su ánimo fue el hecho de que el cineasta Rubin Stein quisiera contar con ella para actuar en su ópera prima, 'Tin & Tina', un inquietante thriller sobre la fe donde Rabal encarna a una dura monja que tiene aterrorizados a los niños. O que la contrataran para trabajar en la serie ‘La caja de arena’, recientemente estrenada en Neox y Atresplayer, que visibiliza el bullying en adolescentes.

La artista ha dejado claro en alguna que otra entrevista que se siente actriz por encima de todo y que, ahora que no tiene ya responsabilidades de ningún tipo, espera que los directores y productores sean capaces de verla como algo más que aquella señora de sonrisa perenne que daba saltos sobre un escenario mientras entonaba aquello de “Me pongo de pie, me vuelvo a sentar, porque a los oficios vamos a jugar”.