No todo es fácil, ni siquiera si eres Isabel Preysler, la reina de corazones, y decides comercializar cremas con tu nombre. No, no ha sido fácil, y si le preguntáramos a ella, seguro que no tendría reparo en admitir que el proyecto no ha sido tan exitoso como le gustaría.
Todo comenzó en 2014 y de la mano de su hija Ana Boyer, que fue su mano derecha para todo. En aquel momento dieron de alta la sociedad Jacaranda Cosmética SL dedicada a “la compra, fabricación, almacenamiento, comercialización y mediación en la venta de cosméticos, productos químicos, biotecnológicos y de diagnóstico para uso humano y alimenticio, así como de toda clase de utensilios, complementos y accesorios para la industria química, farmacéutica y clínica. Y al comercio al por mayor de productos perfumería y cosmética”.
MY CREAM
La idea estaba muy clara desde el principio, pues si algo se sabía de Isabel es que se cuidaba mucho, y, por tanto, lanzar su propia línea de cuidado de la piel era casi un paso natural.
En la web, la explicación de la reina de corazones a este lanzamiento era la siguiente: "Empecé desde muy joven a cuidar mi piel con el objetivo de mantenerla luminosa, hidratada y firme el máximo tiempo posible. Siempre vi a mi madre y a sus amigas cuidándose mucho, dedicándole horas, y aquello hizo que naciese mi curiosidad por la cosmética y todo lo relacionado con el mundo de la belleza. A medida que pasaban los años observé cómo el cuidado de la piel estaba muy unido a un estilo de vida sano en general, que no solo mejoraba mi imagen exterior, sino que me hacía sentir bien en todos los aspectos. He probado cientos de productos a lo largo de los años intentando encontrar aquel que reuniese todo lo que yo buscaba, y ante las dificultades de conseguirlo, investigué la posibilidad de mis propias creaciones”.
En 2024 se externalizó la gestión de la empresa
Y el producto no parece ser el problema, pues a día de hoy se sigue comercializando, pero nunca hubo por parte del público la respuesta esperada, de hecho, en las cuentas del 2021, la facturación solo llegó a los 690 euros. Y, con toda lógica, eso fue lo que hizo que tomaran una decisión muy radical: externalizar la gestión. Es decir, confiar en otras personas para que se encarguen de todo lo referente a la comercialización y promoción del producto, aunque Isabel sigue siendo la imagen del mismo.
GTRES
Fue en 2024 cuando esta determinación se hizo efectiva y una empresa de Calatayud se puso al frente de la marca, y hoy en día la web propia del producto ya no está disponible, pero sí se pueden comprar las cremas en diferentes tiendas multimarca.
Ahora todavía es pronto para saber si está decisión ha sido acertada y si el rumbo de la marca comienza a ser más certero, por ahora no se han presentado en el registro cuentas referentes a este periodo, pero tiene sentido pensar que las cosas han mejorado porque de no ser así no hubieran confiado en esta empresa para que se pusiera al mando de un proyecto que desde el principio fue muy personal.
Aunque lo cierto es que Isabel puede no estar demasiado preocupada, pues es evidente que solvencia económica no le falta y muy probable que si decide poner su imagen para cualquier otro producto recupere con bastante facilidad cualquier mínima inversión que haya hecho para este. Pero sin duda, que las cosas no salgan como uno quiere, no es plato de buen gusto para nadie. Y seguramente tampoco para ella.
El foco puesto en su reaparición
Pero ahora sus miras estarán puestas en otras cosas, como por ejemplo el momento en que reaparezca ante los medios tras el fallecimiento del que fue su pareja durante siete años, el escritor y premio Nobel Mario Vargas Llosa. Por el momento Isabel no se ha pronunciado al respecto, no ha hecho acto de presencia y ni siquiera ha tenido unas palabras en redes, por lo que es muy probable que en el momento en que decida hacerlo todas las preguntas vayan en ese sentido, aunque en realidad no haya demasiado que decir al respecto.