La otra boda difícil de olvidar de Rocío Carrasco

Hubo 800 invitados, Ruphert tardó cinco horas en maquillar a la novia y se emplearon mil metro cuadrados de carpas

Rocío Carrasco y Antonio David Flores se casaron el 31 de marzo de 1996 como ellos deseaban desde siempre, en una ceremonia, con misa rociera, bonita y emotiva. La novia fue la más serena de la iglesia y de sus ojos, rebosantes de felicidad, no salió una sola lágrima. Su madre, en cambio, lloró. Primero, tímidamente, durante la ceremonia, Y luego, desconsoladamente, tras el banquete. Pedro Carrasco, al igual que el novio, se mostró también muy nervioso y emocionado.

La ceremonia religiosa comenzó a las 14:20 (con una hora y veinte minutos de retraso sobre el horario previsto) del Domingo de ramos, 31 de marzo. Los primeros invitados habían empezado a llegar a la ermita de Las Vírgenes de la Dehesa Yerbabuena a las 11:30. Sin embargo, el repique de campanas y los cohetes que anunciaban la llegada de los novios no se empezaron a oír hasta las dos del mediodía.

El novio llegó en calesa acompañado de su madre y madrina, Luisa Carrasco. Poco después, llegaban Rocío Jurado y Ortega Cano. La cantante, peinada por Ruphert lucía un moño alto y un vestido rosa.

La novia llegó acompañada de Pedro Carrasco con los sones de la canción 'Por qué te llamas Rocío' interpretada por los Tamborileros de la Hermandad del Monte. Como en la boda de Rocío Jurado, las calesas eran de Manuel de Prado y Colón de Carvajal. Rocío Carrasco llevaba un traje diseñado por Toni Ardón de 21 metros de tela. El peinado tenía un postizo de pelo de las indias de las tribus peruanas.

El día que se casó Rocío Jurado, su hija comentó que cuando se casase quería llevar la cruz de platino y diamantes que lucía su madre y que perteneció a su abuela materna. Y así fue, cumplió su deseo.