La maternidad es algo imprevisible. Puedes diseñar y proyectar cómo serás como madre o la vida de tus hijos, pero las vueltas de la vida, los arrebatos y los actos impulsivos están ahí, para desbaratarte todos los planes. Que se lo digan a Tania Llasera, que los remordimientos le comían por dentro y ha acabado confesando su 'crimen'. Un 'crimen' que, por otra parte, ha acabado convirtiéndose en uno de esos placeres culpables que entendemos perfectamente.
La presentadora de 'La Voz Kids' se las prometía muy felices durante el embarazo. Tenía clarísimo que, cuando naciera su hija Lucía, no iba a someterla a la 'esclavitud' de la moda por género. Eso de que los niños van de azul y las niñas de rosa no es una actitud con la que Tania se sienta identificada. Como en el castillo de la Bella Durmiente, donde destruyeron todas las ruecas para que no se pinchara y se cumpliera la terrible profecía de Maléfica, daba la sensación de que Tania había desterrado prácticamente el color rosa del fondo de armario de su pequeña. O al menos iba a hacer todo lo posible por contenerse. Pero eso creían en el famoso cuento y Llasera en su casa también.
Bien guardada, quedaba la particular 'rueca' para Lucy Lennox con la forma de molonas zapatillas de deporte. Así es, han sido una preciosas Converse rosas, que habían pertenecido a su sobrina, las que han hecho que la presentadora de Mediaset rompa su juramento. ¡Horror! ¡Para nada!
Las piernecitas rollizas del bebé estaban para comérselas con sus deportivas, mientras su mamá había dejado escrito un mensaje entre culpable y muerta de ilusión por haberse saltado su palabra por este motivo: "Cuando me quedé embarazada de #LucyLennox juré que no la vestiría mucho de rosa, pero estrenar las Converse que le regalé hace 6 años a mi sobrina me mata de la ilusión!!!!". De rosa, azul, amarillo, verde o todos los colores del arcoíris. Con animales, camiones, robots, Bowies, Ramones, flores o niñas risueñas estampadas. Da igual lo que Lucía lleve, es una niña con tanta actitud y carácter como su mamá, y eso es lo que verdaderamente importa.