Acaba de cumplir 81 años –los hizo el 18 de octubre– y está más activo que nunca. Juan Tamariz, considerado uno de los mejores magos del mundo, vive a caballo entre San Fernando (Cádiz), donde ha encontrado la paz y tranquilidad que le hace feliz –"Soy un andaluz nacido en Madrid", ha afirmado en alguna ocasión–, y Madrid, donde fundó, hace ya 35 años, la Escuela de Magia de Madrid que dirige actualmente su hija Ana, la única de sus cuatro vástagos que ha seguido sus pasos. Ana Tamariz (53 años) acaba de presentar la Vela Doble Deseo, una vela solidaria con doble mecha con la que no solo homenajea a su padre, sino que también ayudará a niños enfermos a ver cumplidos sus sueños mediante la Fundación Pequeño Deseo.
Entrena con las cartas ocho horas diarias
Juan Tamariz vive por y para la magia desde que, con solo cuatro años, sus padres lo llevaron a ver el espectáculo de un mago. Tan impresionado quedó que desde ese momento decidió aprender todo lo que pudiera sobre la magia y el ilusionismo. Hoy por hoy –y han pasado 77 años desde aquel número de magia que tanto le impactó–, ha escrito más de una veintena de libros sobre magia, prestidigitación e ilusionismo y ha sido pionero en muchos trucos, rutinas y espectáculos que han servido de inspiración para otros muchos magos que llegaron después.
A diferencia de otros magos como David Copperfield, especializado en hacer aparecer y desaparecer personas u objetos de gran tamaño, como la Estatua de la Libertad, o por levitar sobre el Gran Cañón del Colorado, Juan Tamariz se especializó en la magia 'de cerca'. A Tamariz le encanta tener a los espectadores a su alrededor, a los que sorprende, sobre todo, con sus juegos de cartas, de los que es un auténtico especialista. No en vano entrena ocho horas diarias desde que tenía seis años, un hábito que no ha abandonado. "Es lo segundo que hago al despertarme; primero me rasco un poco y luego cojo la baraja".
Manos deformadas y el cerebro intacto
Tantas horas y tantos años haciendo juegos de cartas y sorprendiendo a niños y mayores, le ha costado a Juan Tamariz tener las manos deformadas de tanto manejar las cartas. Lo que mantiene intacto es su cerebro, la otra 'herramienta', junto con las manos, que necesita para seguir practicando su pasión, la magia. No tiene intención de jubilarse. O sí. Así se manifestaba al respecto hace unos años, cuando tenía 73 y se le preguntaba si pensaba en la jubilación. "Sí, totalmente. Ya tengo fecha: Dentro de 30 años, cuando cumpla los 103 me retiro de la escena. Haré magia, pero en casa".
Juan Tamariz, que alcanzó una enorme popularidad en distintos programas de televisión en los años 90, también fue pionero en mezclar la magia y el humor, una estela que después siguieron otros magos como el Màgic Andreu o Pepe Carroll. Cada vez que remataba un truco hacía sonar un violín imaginario mientras cantaba 'naniana naniana', o terminaba sus números con un no menos clásico 'chanta-tachán'. 'Magia potagia' o 'Por arte de magia' fueron algunos de los programas en los que sorprendia con sus trucos. También fue Don Estrecho, uno de los Tacañones del 'Un, dos, tres', de Chicho Ibáñez Serrador.
Su físico, que raya en lo estrafalario, también fue una de sus señas de identidad. Melena larga, vaqueros viejos, dentadura imposible y su famoso sombrero, Tamariz se presenta ante su público lejos del esmoquin, el frac o el más socorrido traje negro con el que salen al escenario sus colegas.
Padre de familia numerosa
Juan Tamariz ha tenido cuatro hijos. Su hija mayor, Mónica, es lingüista y da clases en la Universidad de Luxemburgo; la segunda, Ana, es maga como su padre; la tercera es Alicia y se dedica a la música: y el benjamín es Juan Diego. El famoso mago se ha casado cuatro veces, la última de ellas en 2008 con la maga colombiana Consuelo Lorgia, a la que conoció en Viena en un congreso, cómo no, de magia. De ella, Juan Tamariz ha dicho: "La magia como pasión común une mucho. Y eso que ella está especializada en juegos de telepatía ¡no sabes lo duro que es vivir con alguien que te lee el pensamiento!".
También tiene un nieto, Daniel Tamariz, hijo de Ana, que no se dedica a la magia como su abuelo y su madre, pero su habilidad con las manos le ha valido, no solo ser campeón de España y de Europa de yo-yo, sino que el pasado mes de agosto se proclamó campeón del mundo de esta especialidad en Osaka, Japón.
"La noche es absolutamente mágica"
Nació en Madrid, pero sus padres lo llevaron siendo muy pequeño a Cádiz. "A los pocos meses de nacer me llevaron a Cádiz, me puse muy malito y por poco la palmo. Mi padre se pasó toda la noche dándome agua a cucharaditas y renací", ha explicado Juan Tamariz.
De Cádiz le gusta todo: el clima, la gastronomía, la gente... Es noctámbulo de toda la vida. Lo normal en él es levantarse al atardecer y ver amanecer. "Lo de la noche no lo elegí yo, es un gen familiar. Pensaba que era una costumbre, pero hace unos años me enteré de que puede ser genético. Mi madre, mi hija Ana, mi nieto Daniel y yo no podemos dormir de noche. Y, aunque no lo parezca, lo primero que veo cuando me levanto por la tarde es el sol y lo último que veo es el amanecer. La noche es absolutamente mágica, estás bajo el influjo de la luna, de la poesía, de los sueños. Y, encima, nadie te va a llamar por teléfono", declaró a El País.
No teme envejecer, pero sí hay algo que le preocupa en esta cuestión de cumplir años. "Lo que pediría es no perder la memoria". Por el momento, Tamariz está en perfectas condiciones y sigue colaborando en la Escuela de Magia que dirige su hija. Allí, los futuros magos beben de la sapiencia del genial mago que sorprende a pequeños y grandes, sobre todo, y como afirma el propio Tamariz, porque ante un número de magia todos, da igual la edad, volvemos a abrir los ojos con la curiosidad de un niño.