Dicen que donde hay confianza da asco, quizás por eso esta edición de ‘Supervivientes’ se las prevé una de las más conflictivas, pues van 3 parejas que ya se conocen de fuera y que tienen fuertes lazos que las unen. Como Alba Carrillo y Lucía Pariente, hija y madre, que han empezado a discutir nada más poner un pie en Honduras.
La primera trifulca entre concursantes se produce entre personas de la misma sangre. Las dos rubias, que son vehementes y con un fuerte carácter, están con los nervios a flor de piel. En la discusión los cuchillos (figurados) han volado de una a otra, en una competición sin premio por ver quién decía el ataque más hiriente.
Que Lucía decía que nunca ha estado enamorada del padre de Alba, su hija contestaba asegurando que su progenitora la estaba “taladrando psicológicamente”. “¡Hemos dicho que no me ibas a hablar!”, espetaba Carrillo a su madre, ante la mirada de sus compañeros, que deben haber comprendido que la prueba más dura que tendrá que soportar en el concurso no es el hambre o la vida a la intemperie, sino separar a estas dos mujeres que a la mínima se enzarzan.
Alba está convencida que la persona que le dio la vida ha viajado hasta Latinoamerica con el único objetivo de “tocarle las narices”. Lucía, por su parte, no es de las que se achantan a la mínima de cambio, y no dio un paso atrás en toda la pelea. Más bien todo lo contrario, a cada ataque de su hija, ella se reafirmaba más en su actitud.
Hoy empieza realmente el concurso, pero, para algunas, la supervivencia psicológica no ha hecho más que comenzar.