Desde que falleció Rocío Jurado en el año 2006, mucho se ha hablado de la herencia de ‘la más grande’. La cantante intentó por todos los medios distribuir lo mejor posible su legado entre todos los suyos. No solo hubo para sus hijos, sino que también sus hermanos o su secretario personal se llevaron un gran pellizco.

En sus últimas voluntades, Rocío Jurado convertía a Rocío Carrasco en heredera universal de su patrimonio musical, así como de todas sus pertenencias personales y profesionales. Es decir, sus derechos, los muebles, su ropa o las joyas iban a parar a su hija mayor. Algo sobre lo que ahora Amador Mohedano ha querido hablar públicamente.