Joaquín Sánchez (41 años) y su mujer, Susana Saborido (38 años) comparten su vida desde hace 22 años, ambos se han acompañado en muchos de los momentos más importantes de sus vidas y han sorteado las dificultados cuando se han presentado, solo hay que verlos en ‘La penúltima y me voy’ para saber que están tan enamorados como el primer día, y aún así, hay algo que él echa de menos y que entre risas le pide a su mujer que haga: “¿Tú no puedes venirme una noche con un picardías?” le pregunta tras asegurar que “esa chispita hay que tenerla entendida, a veces te echo de menos como mi mujer” a lo que ella responde muy contundente en el mismo tono de broma, “si yo hago eso tú te tiras al suelo, si llevas 22 años viéndome en pijama de franela. Eso es un matrimonio de verdad, pijama de franela con el calcetín por encima. ¡Tú me conociste así!” dice, pero él insiste, “esas cositas las echo de menos”.
Difícil inicio de la pareja
Lo que resulta evidente tras este intercambio de opiniones es que la sinceridad y la libertad de opiniones está muy latente en su relación, algo que no es fácil después de tanto tiempo y menos cuando se remueve el pasado, pues en este segundo capítulo del documental Joaquín y Susana han hablado de los inicios de su relación y de aquel 8 de julio de 2005 en el que se dieron el ‘sí, quiero’. Él ha recordado que se conocieron en el bar del padre de ella y que el primer beso tardó en llegar, y ante el apuro de ella ha hecho público el mensaje que le mandó después de aquel momento: “Iba en el coche escuchando los Chichos y recibí un mensaje y ponía: ‘No sé qué te ha parecido a ti, pero a mí me ha encantado’. Le di volumen a los Chichos y dije ‘ya está en el bote, vámonos”.
Pero a pesar del optimismo de él tardaron en afianzar la relación, pues cuando se conocieron él ya era futbolista y ella tenía miedo de que no la tomara en serio y a los dos días la dejara: “tardó tela, casi me aburro yo también. Tres o cuatro meses hasta que me lancé porque vi que ella estaba por la labor de tener algo más” recuerda, ahora ha quedado demostrado que él iba más que en serio, pues han pasado 22 años de aquello y tienen una bonita familia con dos hijas y muchos planes de futuro.
Susana y Joaquín también discuten
Aunque no es oro todo lo que reluce, la pareja, cómo todas, tiene sus discusiones. “Los enfados nos duran poco, aunque últimamente nos están durando más, estamos a ver quién puede más” dice Susana y Joaquín apunta “las últimas discusiones que hemos tenido más importantes han sido por la casa nueva. ¡Por la casa nos hemos divorciado 38 veces!” dice divertido. Y ella confiesa, “cuando nos peleamos no le miro porque si le miro me río”.
Por el momento esas discusiones son pura anécdota y ellos son felices, superaron los inicios donde llevaron la relación con discreción, la prueba de conocer a la familia de ella, que al principio no se fiaba de él tal como ha confesado su suegra, y los muchas ausencias de él en casa debido a su profesión. Ni él se arrepiente de haberle pedido matrimonio en un restaurante con el anillo en el postre en uno de sus (según ella) pocos momentos de romanticismo, ni ella de haber dicho sí.