Rosmi pisaba la pasarela de ‘Cámbiame’ con un único deseo: tener una imagen potente que sirviera como altavoz para vender su marca de zapatillas. Eso sí, no pensaba ceder un ápice. Rosa María, su nombre completo, es de esa clase de personas que acuden al programa poniendo un montón de impedimentos, como, por ejemplo, no querer una transformación radical, es decir, que ninguna tijera se acerque a su melena. Y como Pelayo era lo que le quería hacer, ella no se atrevió y escogió a Cristina Rodríguez.
Cristina insistió en hacerle un cambio de look de pies a cabeza. Ella deseaba un corte tipo ‘pixie’ y con un color atrevido para ella, pero Rosmi le advirtió: si los mechones de su cabellera era cortados, ella se iba del programa, así que Rodríguez cedió. Además, también dijo que estaba convencida de que no le iba a gustar el cambio que la de Benidorm tramaba para ella, “no me va a gustar porque no se va a ajustar a lo que yo he venido a pedir”. A Rodríguez le habían puesto diques a su creatividad loca, y eso a los ‘coaches’ del espacio no les gusta. “Este es el resultado de no dejar hacer”, explicaría después Natalia.
El siguiente momento de máxima tensión se produjo cuando el novio de Rosa vio, en primicia, la nueva imagen de su chica. Ella le decía, aún sin verse, “no es un look mío, es muy caniche”. Cristina, al no poder cortar el pelo, lo había rizado y cardado, intentando, en vano, ofrecer la imagen más moderna de la protagonista del programa.
Pero lo peor aún estaba por llegar: el rapapolvos de Díaz Zapico. Aunque él no fuese el estilista encargado de su cambio, le dio un soberano tirón de orejas. “Has intentado ridiculizar el trabajo de mi compañera, cuando aquí la única ridícula que hay eres tú, que, con esta actitud, no molas nada. Querías vender una imagen de tía moderna y guay y eres una antigua”. “No me has dejado trabajar a mí y no has dejado trabajar a mi compañera. Has venido a vender tus zapatillas, ojalá nadie te las compren”. Catapún. Si en esos momentos Rosmi hubiera podido echar a correr y no parar hasta llegar a Suecia, lo habría hecho. La pena era que no calzaba esas zapatillas que ella trataba de promocionar… lástima.