¿Sabéis esas personas que salen de una gran tarta para sorprender al homenajeado? Pues cambiad tarta por coche con las lunas tintadas, y ahí tenéis lo que ocurrió con la presencia de Paulina Rubio en la boda de Rocío Carrasco.
Ningún medio la esperaba, pocos invitados tampoco, pero los novios debían de estar al tanto de su presencia, puesto que la boda requería confirmación. La ‘Chica Dorada’ se convirtió en la sensación de la noche y su presencia en la boda aún tiene a todos murmurando qué pintaba exactamente en Toledo.
Os explicaremos de dónde nace la amistad entre estas dos mujeres. Para empezar, aunque nosotros conozcamos más a la artista que cantaba lo de “si a ti te gusta morder el mango bien madurito, ven mírame a mí tengo colorcito”, su madre es toda una estrella al otro lado del charco. Susana Dosamantes mantuvo una estrecha relación de amistad con Rocío Jurado, y sus hijas, de niñas, pasaron mucho tiempo juntas. ¡Rociíto y Pau-latina son amigas de la infancia! Las dos vivieron largas tardes de juegos mientras sus madres se ponían al día.
Además, al morir Rocío, su hija mayor heredó su casa en Miami, que está muy cerca de la mansión de Paulina, lo que las convirtió en (casi) vecinas, tal y como ha apuntado Cristina Tárrega a través de ‘El programa de Ana Rosa’. Ahí su amistad seguro que se hizo más estrecha.
Recordemos que la primera en invitar a la otra a su boda fue Pau, puesto que cuando celebró su casorio por todo lo alto con Colate, la hija de Pedro Carrasco estaba entre la numerosísima lista de invitados VIPS, pero esta no pudo acompañar a su amiga mexicana en su gran día. Ahora que le ha llegado el turno (por segunda vez) a Rocío, la artista ha estado a su lado brindando (imaginamos con tequila) por su feliz matrimonio.