El patrimonio inmobiliario de Alaska y Mario Vaquerizo: sus llamativos planes de negocio

Alaska y Mario Vaquerizo cuentan con varias propiedades en el centro de Madrid

Lorena López
Lorena López

Periodista especializada en corazón y televisión

Alaska y Mario Vaquerizo
Gtres

No hay duda de que Alaska (61 años) y Mario Vaquerizo (50 años) conforman uno de los matrimonios más llamativos del país. No hay nadie como ellos. Lo demostraron con sus bodas. Sí, dos. Una en Las Vegas, ataviados con el típico traje de Elvis Presley para él y ella vestida de Dolly Parton. Con la segunda, una civil en Madrid, también dieron buena cuenta de sus únicas personalidades con sus atuendos. Él, con un pitillo y americana, y la cantante luciendo un vestido en color rojo y un enorme ramo en la misma tonalidad. Han sabido hacer carrera de la excentricidad con ese punto kitsch y desenfadado. Su hogar no iba a ser menos. 

Cuentan con dos casas en el mismo edificio del centro de Madrid: las denominadas Casa Rosa y la Casa Azul. Cada una con su función. La primera de ellas, de 140 metros cuadrados y compuesta por los dormitorios, el salón y la cocina, es en la que conviven a diario. Ni que decir tiene que su nombre viene por el predominio de este color en todos las paredes y prácticamente en la mayoría de los objetos que guardan.

De estética kitsch y plagado de figuras decorativas, obras de arte pop, muñecos, dibujos, cuadros, referencias religiosas, estatuas gigantes y hasta altares. Todo está tan recargado que parece no entrar nada más. Recientemente, han incluido en su colección de figuras una muy especial: una Hello Kitty de grandes dimensiones. El suelo también juega un papel importante en la decoración, con moqueta animal print por todas partes. Muy de tendencia este año. 

Destaca el cuadro en forma de cruz del comedor y las sillas tapizadas en color morado y motivos florales, donde la pareja pasa grandes ratos con sus familiares y amigos. El dormitorio no se queda atrás, aunque cambia el rosa por el azul. En el centro, un cabecero dorado tapizado en capitoné junto a varios cuadros religiosos de Fabio Mcnamara, uno de sus íntimos. Para rematar, unas mesillas isabelinas en blanco y sobre ellas, unas lámparas de cristal. Otra zona que es digna de ver es la dedicada a San Lázaro. Los dos baños de la casa, uno para él decorado con figuras de Elvis Presley y cuenta con una bola de discoteca, y otro para ella en color rojo con dorado.

La Casa Azul, su peculiar lugar de ocio

En la cuarta planta del mismo edificio se encuentra la llamada Casa Azul, destinada al ocio y cuya estética es la misma pero en esta tonalidad. Igual de cargada. Se trata de una especie de museo donde se ubican sus pertenencias, premios y recuerdos más preciados, además de una extensa biblioteca, un comedor de abultado tamaño para su amplia lista de amigos y un salón inspirado en un bar de Las Vegas. Lo que no tienen son dormitorios para evitar que se acoplen amigos. 

Un rincón para la gran Lola Flores

Uno de los rincones de su vivienda cuenta con una zona específica dedicada a la gran Lola Flores, quien ocupa un lugar muy especial en sus corazones. Sobre todo, en el de Alaska al tratarse de uno de sus referentes. Las paredes amarillas y blancas de lunares de ese cachito de idola están decoradas con cientos de recuerdos de La Faraona: fotos, dibujos, estampillas y hasta una figura de cartón a tamaño real y alguna otra que muñeca. 

El matrimonio cuenta además con un tercer espacio, el Verde, que usa Vaquerizo como despacho. Se trata de un duplex en el ático del mismo edificio. Su conjunto de residencias es tan mítico que, durante años, el gentío que pasaba por la Gran Vía madrileña se hacía fotos en el balcón de la pareja, como si de una parada turística más se tratara. En él, dos flamencos que sobresalen en la calle Libreros. 

Alaska y Mario quieren su propio hotel

No es de extrañar que con ese éxito, Alaska y Mario Vaquerizo quieran convertir este edificio en un hotel. Su intención es adquirir el resto de inmuebles para reconvertirlo en hotel. "Creo en el ladrillo. Cuando tenga 80 años, no voy a seguir con las Nancys Rubias. Tengo que pensar en otra cosa. Es por la tranquilidad del futuro. Queremos el edificio y los dos locales de abajo", dijo Vaquerizo en una entrevista con Vicky Martín Berrocal en su podcast.

"Cuando yo venía a los cines de Gran Vía y pasaba aquí el sábado, decía que quería tener un piso ahí. El primer piso me lo compré con Alaska y ahora tengo seis", ha explicado el artista en su charla con la intención de quedarse con la casita rosa y el resto convertirlo en hotel. La pareja ya cuenta con la portería del edificio, que la ha convertido en vestidor. “Era muy chiquitita, la casa de los antiguos porteros”, comentó Vaquerizo. Además, uno de los pisos pertenece a la hermana de Mario Vaquerizo, Marta, con la que el cantante está estrechamente unido.