El ataque a Mario Vargas Llosa que empañó sus vacaciones con Isabel Preysler

Sus idílicos días se vieron sacudidos por un episodio que recordarán todas sus vidas

¿Qué le pasó a Mario Vargas Llosa que empañó sus vacaciones con Isabel Preysler?

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler han pasado unas vacaciones idílicas. Rodeados de la flora y fauna propias de Indonesia, un lugar que uno imaginaría como el paraíso, pero que se convirtió en todo un infierno para el escritor, ¿el motivo? “Las malaguas”.

Mario estaba entusiasmado ante la idea de encontrarse con los dragones de Komodo, parientes de los dinosaurios que poblaron la tierra. No contaba que al estar dándose un plácido baño en el mar de Flores iba a ser atacado por cientos de medusas. “Estaba nadando en un mar limpio, transparente, tranquilo y tibio, cuando de pronto me sentí acribillado en los brazos y el estómago por decenas, acaso centenas, de pequeños dardos o agujas invisibles que, durante unos instantes, me dejaron paralizado, flotando. Miré y no vi nada en las aguas inmaculadas”, ha relatado para El País, donde ha realizado una crónica de cómo pasó estos días.

El Nobel había sufrido el ataque de un banco de medusas infinitesimales, que no se ven, pero se sienten de una manera horrible… “Las consecuencias de aquella picadura se manifestaron con las sombras de la noche: unas manchas violáceas erupcionaron de repente toda la piel afectada, acompañadas de una comezón feroz, inmisericorde, que fue aumentando por segundos hasta volverse irresistible (…) Nunca me he rascado tanto, nunca he dormido tan poco, nunca he pasado una noche más exasperante en mi larga existencia”.

Isabel debía estar de lo más asustada al ver a su querido Mario “rascándose como un mono” tal y como él lo describe. “La picazón me enloquecía y que me la quitara aunque fuera amputándome los brazos”, le aseguró a la doctora que le atendió.

Por suerte, el autor de ‘La fiesta del Chivo’, ya se encuentra bien, y tras pasar 3 días interminables en los que no hizo nada más que rascarse brazos y abdomen, ahora ya está curado del todo. Eso sí, Mario no puede evitar mirar al mar con cierto miedo cada vez que se sumerge en él…