Ahora habla de segundas oportunidades y de que los errores solo son aciertos camuflados. Pero Pamela Anderson, la rubia más explosiva de todas, no siempre se tomó bien las cosas. No debió de ser fácil para ella cuando le diagnosticaron Hepatitis C tras haberse hecho un tatuaje con su marido de entonces Tommy Lee, compartiendo la misma aguja. Él le juró que no tenía la enfermedad, pero, a la vista está, que no era así. Anderson habla con Vanity Fair en una de sus entrevistas más sinceras y sosegadas en la que hemos aprendido cómo es la nueva Pam.
La exchica Playboy pasó de ser una fiestera salvaje, a una madre ejemplar y con una gran conciencia social. Quizás que le dieran solo 10 años de vida cuando le diagnosticaron la Hepatitis la hizo estar algo desubicada, salir más de fiesta y llevar un estilo de vida que no es el que aconsejan los médicos. Fue muy autodestructiva, y a ella no le cuesta reconocerlo. “Me dieron diez años de vida y entré en una dinámica autodestructiva. Me daba pánico estar sola. Yo era muy naíf cuando conocí a Tommy. Él era rebelde, salvaje, se metía en líos, salía hasta muy tarde. Me quedé embarazada y dejé de beber. Después me volví a meter en líos”. Lo cuenta con normalidad, asumiendo lo que hizo porque eso la ha llevado a estar en el punto en el que ahora se encuentra. Un punto feliz y sosegado en el que está disfrutando viendo crecer a sus dos hijos adolescentes, y a los que inculca cómo hay que tratar a las mujeres para que no copien a su padre, que llegó a maltratarla y a pasar por ello 4 meses en la cárcel.
Anderson ahora es íntima amiga de personalidades como Vivienne Westwood y Julian Assange, quien dice de ella que “se ha espabilado mucho en política”. Ya no es la joven inocente de los 90, ahora su inteligencia la ha convertido en una mujer curiosa con ganas de cambiar las cosas, de ahí que sea una gran defensora de los animales (está en contra del uso de pieles) y lucha con la diseñadora británica para concienciar a todos de la desaparición del Ártico.
Quién hubiera dicho que la canadiense que un día ejerció de prototipo de mujer californiana se transformaría de ‘party animal’ a la vigilante más sensata de todas.