“Me gusta encontrar mi dinero donde pueda verlo: colgado en el armario”. La autora de la frase es Carrie Bradshaw (‘Sexo en Nueva York’) pero también se lo podríamos aplicar a Carmen Lomana. La colaboradora televisiva es una de las mayores coleccionistas de Alta Costura de nuestro país, tanto es así que sus piezas de ropa más destacadas tuvieron hasta una exposición propia.
En el año 2018, el Museo del Traje le dedicó a Carmen Lomana una sus salas. En el pasado, lo habían hecho con otros personajes destacados de la cultura y el entretenimiento como Tino Casal; y en esta ocasión quisieron recorrer el armario de una de las mejores coleccionistas y conocidísimo rostro televisivo. La exposición fue tal éxito que llegó a ser prorrogada para que los visitantes no se quedaran sin contemplar esas piezas que la colaboradora había adquirido en sus visitas a París o Nueva York. Piezas muy especiales de diseñadores como John Galliano, Azzedine Alaïa o Alexender McQueen; aunque de lo que más tiene es prendas de Chanel, su fetiche. “La idea consiste en mostrar el contenido del guardarropa de personalidades relevantes en materia de estilo en nuestro país, y como primera protagonista contamos con un personaje de excepción, la empresaria Carmen Lomana, poseedora de una asombrosa colección de alta moda”, rezaba el encabezado de la exposición.
La intención museística era clara: "Una oportunidad única para acercarse a los armarios de uno de los iconos de estilo más destacados de las últimas décadas en España, que se cuenta entre las poquísimas clientas de alta costura que quedan en Europa”. Y es que estas coleccionista de ‘haute couture’ son verdaderas raras avis. Quedan poquísimas de la talla de Eloísa Bercero, que siempre presumió de tener una de las colecciones más apabullantes de toda España y que, en épocas de estrecheces, llegó a pagar a sus abogados con vestidos. Cuando la fuerza obligó, también cedió algunas piezas a el Museo del Traje; pero en el caso de Lomana, tan solo fueron un préstamo.
Cuando los cacos entraron en casa de Carmen Lomana, sus vestidos estaban allí. Con ella. Aguardando y preciosamente colgados en las habitaciones que la ‘socialité’ ha destinado para guardarlos. Nada de armarios. Habitaciones. Así las prendas pueden respirar, no se doblan y tienen el espacio suficiente que merece el arte. Dice la colaboradora y columnista que, cuando vio a los dos encapuchados, dio un grito les advirtió que la policía estaba de camino y se escondió en uno de los cuartos. No sin antes coger un cuchillo, “el más grande”; contaría después.
Los asaltadores no se llevaron absolutamente nada. Pero dejaron a Carmen Lomana temblando de miedo y consumida por el shock. Sabían perfectamente de quién era el domicilio en el que estaban irrumpiendo. No fue una decisión al azar. Pero estos no se hicieron con el precioso botín que yacía colgado en perchas y cubierto de plásticos transparentes.
Carmen Lomana, una coleccionista que nunca lo pretendió
Dice Carmen Lomana que lo de coleccionar nunca entró en sus planes. Más bien, se acabó dando la circunstancia. Ella no compraba ropa de diseñador para tener un armario repleto de historia de la moda, sino que lo hacía porque le encanta lo bello; tal y como contó a Yo Dona en 2018. Más que coleccionar, quizás lo que le guste es adquirir belleza. Y usarla. Porque sus piezas están hechas para ser utilizadas. Si las cuida bien, es para seguir empleándolas; no para que cuelguen sin más en sus perchas. Le pasa con un vestido vintage Balenciaga y le pasa con esa vajilla con todas las piezas a juego y en la que almuerza cualquier día entre semana.
Empezó con un par de prendas de Yves Saint Laurent que adquirió en Londres, cuando era casi adolescente. Usó el dinero que le había dado sus padres para vivir en la ciudad para comprar su primer pantalón de una marca exclusiva. Y, tras ello, nunca paró. Seguiría comprando alta moda por capricho, pero también porque ama el trabajo bien hecho y defiende que “vestirnos es algo que hacemos cada día. Dice muchísimo de ti. Es tu tarje de presentación”.
Carmen Lomana: ampliar vivienda para tener más ropa
¿Y cómo podría caber toda esa cantidad de ropa, cientos de piezas especialísimas, en un piso del barrio de Chamberí? Haciéndolo más grande, claro. Hace años, Carmen Lomana adquirió las antiguas carboneras del edificio en el que vive que reformó a su gusto y a sus necesidades y acabó obteniendo más habitaciones en las que reposarían para siempre sus vestidos favoritos. Esos que a los que después le dedicaron una exposición.